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Los días 8 y 9 de julio el Papa vendrá a Valencia a clausurar el Quinto Encuentro Mundial de las Familias. La doble condición que ostenta -cabeza de Estado del Vaticano y cabeza de la Iglesia católica- hace que esta visita no deje indiferentes a los ciudadanos y ciudadanas, tanto si estos son católicos como si no profesan ninguna religión, sobretodo porque las posturas públicas de la Iglesia inciden en las valoraciones de los derechos y deberes de la ciudadanía.
Por otro lado la implicación, el apoyo incondicional que están prestando las diferentes administraciones de la ciudad, la Diputación, la Generalitat y el Estado está mucho más allá de lo que es tolerable en un Estado aconfesional. No es aceptable que las instituciones públicas estén destinando un volumen ingente de recursos humanos, económicos, infraestructuras... a unos actos que no dejan de ser una propuesta de una organización, la Iglesia católica, que ni nos representa a todos ni es parte del interés común que debe guiar la actuación de los poderes públicos. Y todo eso en un acto que impone un modelo excluyente de familia.
Los grupos, colectivos y organizaciones que suscriben este documento, plurales y distintos en su orientación política, composición ideológica, confesional o no, manifestamos:
1/ Estado laico y sociedad laica
No vivimos en una sociedad con una única cultura o una única religión. Esta realidad es un rasgo insoslayable del momento histórico y social, pero es también una oportunidad para enriquecer nuestra visión y vivir la solidaridad con “el otro”. Todos y todas tenemos derecho a ser y celebrar lo que somos: ateos, agnósticos, religiosos, creyentes... y armonizar mediante el diálogo y las prácticas concretas - defensa de los derechos humanos, sociales, ecológicos y una sociedad más justa- nuestras creencias con las de los otros y con la sociedad. Para que la convivencia sea posible y positiva para todos y todas, es necesario, como condición insoslayable, que el Estado sea laico, y haga posible en una sociedad laica, el ejercicio de los derechos inherentes a todo colectivo.
Alertamos consecuentemente a ciertos sectores de la Iglesia católica para que eduquen su arrogancia confesional y asuman que el futuro pasa por la laicidad del Estado y de la sociedad con todas las consecuencias de respeto y de igualdad, sin ningún privilegio para una determinada religión. El Gobierno, por otro lado, debe ser consecuente con la aconfesionalidad que consagra la Constitución, legislar según criterios de laicidad y fomentar el respecto a la diversidad.
2/ Víctimas del neoliberalismo
El sistema neoliberal se desarrolla y se extiende a costa de crear exclusión y marginación en personas, pueblos y regiones. Reivindicamos la opción moral y ética a favor de los desfavorecidos y denunciamos el apoyo legitimador al sistema neoliberal que practican las confesiones religiosas. La connivencia que año tras año exhiben las autoridades católicas con los representantes del poder político y militar, como a la procesión del Corpus de Valencia, es una imagen plástica de esta perversión.
Instamos, pues, al conjunto de la sociedad y, especialmente a todas las iglesias y tradiciones religiosas a trabajar por un planeta limpio, habitable y sostenible; a fomentar unas relaciones entre los pueblos y personas basadas en la solidaridad, la cooperación y el respeto mutuo; a comprometerse en la cultura de la paz, de la no-violencia activa y del diálogo como herramientas eficaces en la resolución de conflictos, y a optar decididamente por la desmilitarización de los estados y naciones como garantía de una paz justa en un horizonte posible. Todas y todos, incluidas las iglesias y religiones, se acreditarán hacia las generaciones futuras en la medida en la que les legamos la cultura de la paz y de la vida.
3/ Acuerdos Iglesia-Estado
En el origen de muchas situaciones de privilegio de la Iglesia católica y del conflicto con el Estado español están los acuerdos firmados entre la Iglesia y el Estado el 3 de enero de 1979. Estos acuerdos generan desigualdad de la Iglesia católica con las otras confesiones religiosas, condicionan la libertad de las dos instituciones firmantes y difícilmente algunos aspectos de estos acuerdos pasaría la prueba de su constitucionalidad. Propugnamos, pues, su denuncia y derogación.
4/ Estado del Vaticano
La existencia y reconocimiento internacional de este teocrático, minúsculo, artificial y anacrónico estado, la cabeza del cual es el Papa, es un privilegio y un atributo de poder que daña la representatividad de la organización internacional de las naciones. Recordamos que el Vaticano no ha firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Abogamos, pues, por la supresión y no reconocimiento de este estado.
5/ Sistema educativo y religión
Propugnamos un sistema educativo público, laico, democrático, de calidad y valenciano. Y eso no es compatible con la imposición de la enseñanza de la religión que defiende la jerarquía de la Iglesia católica, su influencia en la configuración y gestión del sistema educativo con criterios discriminatorios por razón de sexo, nivel socioeconómico..., su monopolio de la transmisión de valores de convivencia y cualquiera otro.
El reto de la cohesión social que nos depara la juventud y la multiculturalitat exige el esfuerzo público por crear condiciones de igualdad de oportunidades para poder ejercer la libertad en el futuro.
6/ Cultura y valenciano
La tendencia a la censura del libre pensamiento, de la expresión artística o científica... en definitiva, de la cultura es una constantación que perdura a lo largo de los siglos en la historia de la Iglesia católica. No es extraño encontrarnos en nuestros días con prohibiciones o coacciones de las administraciones públicas instigadas desde la jerarquía religiosa sobre obras de teatro, festivales musicales, exposiciones... Reclamamos la plena independencia de la sociedad y las instituciones pública frente a las maniobras censoras.
Por otro lado desde el infausto arzobispo Mayoral, hace casi 300 años, la Iglesia ha practicado la limpieza lingüística del valenciano. Ramon Llull, Ausiàs March, Joanot Martorell, Sor Isabel de Villena, Francesc Eiximenis, entre muchos otros, dan fe de la contribución literaria que hemos legado a la humanidad. Igualmente la Iglesia se ha caracterizado, especialmente el sector dirigente, por unirse a los sectores poderosos que han eliminado los rasgos culturales de nuestro pueblo y expulsado de su práctica la lengua de los valencianos y valencianas. Denunciamos enérgicamente como un atentado a la inculturación y a los derechos humanos la imposición forzada del castellano que ha sufrido la Iglesia del País Valenciano, así como su influencia decisiva en la castellanización de la sociedad, y reclamamos la reparación de este derecho conculcado.
7/ Ostentación y miseria
La madurez ética de una sociedad se manifiesta por la forma de tratar a los que ocupan los últimos lugares en lo escala social y por la preferencia de objetivos en la distribución del presupuesto público.
En una sociedad democrática son las ciudadanas y los ciudadanos los que evalúan los acontecimientos públicos y tienen la última palabra. En primer lugar, ante la visita del Papa exigimos contención en los gastos públicos, sencillez y sobriedad, y transparencia financiera: de donde vienen los recursos económicos, quien los aporta y en cuanta cantidad, en qué se esmercen, etc. No hay que olvidar que a unos cientos de metros de distancia de donde se monta un tablado que cuesta más de 130 millones de pesetas, malviven inmigrantes bajo el puente porque la administración valenciana no dispone de ningún albergue.
8/ Diversidad familiar
Desde hace décadas asistimos a una importante transformación de las estructuras familiares en nuestra sociedad. Existen familias tradicionales, extensas o nucleares, monoparentales, reconstituidas, homoparentales, con hijos o sin, parejas de hecho... La liberación de la mujer, el reconocimiento de la dignidad de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, y sus traducciones legales en matrimonio, uniones de hecho, divorcio, filiación... son parte de esta evolución que encuentra la oposición intransigente de los sectores más reaccionarios de la sociedad que se oponen a cualquiera cambio que suponga perder el poder simbólico y real que ejercen sobre la sociedad en esta materia.
Los gays, las lesbianas, los y las bisexuales y transexuales y también las madres solteras, las personas divorciadas... han sido colectivos estigmatizados, perseguidos, incluso, han sido quemados y condenados a muerte a lo largo de la historia. La Iglesia católica también tiene en este asunto las manos manchadas de sangre y de ignominia. Contrariamente a lo que cabría esperar para reparar sus fechorías históricas, cuando el Gobierno español agiliza el derecho al divorcio o amplía el derecho del matrimonio civil, la jerarquía católica se opone con vehemencia contumaz, de tal forma que sale a la calle a manifestar el rechazo al amor entre personas del mismo sexo, cosa que no hizo en la guerra de Irak y tantas otras reivindicaciones sociales.
Recordamos al Papa y a la jerarquía católica que la competencia para legislar sobre las familias, el matrimonio o el divorcio es del Gobierno, y no de la Iglesia. Esta sólo tiene atribuciones sobre su sacramento, no sobre la legislación civil del matrimonio. Olvidar este hecho es pretender retornar al nacionalcatolicismo de infausta memoria, y es que la Iglesia Católica tuvo con su actuación en el alzamiento militar del 36 y durante el franquismo mucha responsabilidad colaborando en un genocidio, siendo parte activa, sin haber pedido disculpas ni reconocer errores.
9/ Las mujeres
Las iglesias, unas más que otras, son instituciones fuertemente marcadas por el patriarcalismo y por el machismo, y a lo largo de la historia han producido una teología misógina que ha considerado a las mujeres como prácticamente inductoras de todos los males, sobretodo de los que hacen referencia al sexo. Por otra parte, difícilmente podría haber sido de otra forma, si tenemos en cuenta que la producción teológica y la dirección de las iglesias han estado en las manos de teólogos y eclesiásticos célibes. Aún así, las mujeres a través de una tenaz y constante lucha van adquiriendo situaciones de igualdad en la sociedad civil. Contrariamente a esta tendencia emancipatoria, la jerarquía católica asume una retórica que loa las excelencias de las mujeres, pero en la práctica no les permite elegir libremente e, incluso, justifica los maltratos a las mujeres. Denunciamos por lo tanto esta práctica adulteradora y misógina, y exigimos la plena igualdad para la mujer. Hay que acabar con cualquier discurso o práctica discriminatoria hacia a las mujeres.
10/ Derechos reproductivos y salud sexual
El uso de los anticonceptivos en la vida sexual de las personas es el recurso que más ha humanizado las relaciones sexuales y las ha dotado de responsabilidad en las decisiones reproductivas. La maternidad y la paternidad responsables son posibles gracias a los anticonceptivos, la reproducción asistida, a la implantación de óvulos fecundados.... Nos oponemos, por lo tanto, a la doctrina de la Iglesia que los condena, y le pedimos, en tanto está influyendo en las políticas de los Estados y las decisiones de las personas, qué, con criterios multidisciplinares, revise su tradicional postura sobre todo aquello que hace referencia al sexo en general.
Los derechos reproductivos están reconocidos internacionalmente como parte de los derechos humanos e incluyen que tanto las mujeres como los hombres tengan el control de su sexualidad, y de los métodos anticonceptivos en particular, y puedan decidir si quieren tener hijos, cuando y cómo. También implican un reconocimiento de las diversas opciones sexuales para vivir una sexualidad feliz, libre y con salud. Reivindicamos que se garantitcen estos derechos para la autonomía de las mujeres.
11/ Preservativos, SIDA y estigma social
Los preservativos son el medio más adecuado para tener unas relaciones sexuales más seguras, y es el recurso que la OMS propugna por frenar la pandemia del SIDA. Consideramos que la jerarquía de la Iglesia se hace cómplice de esta pandemia con la increíble condena que hace de esta medida de prevención sexual, necesaria para poder tener unas relaciones sexuales responsables y saludables.
Es indispensable la desestigmatización que erradique los mensajes punitivos difundidos desde los púlpitos y que contribuyeron a crear la imagen del SIDA como a "castigo de Dios". Somos conscientes que el estigma del VIH-SIDA se relaciona con la carencia de medicamentos antirretrovirales, por lo tanto es necesaria la movilización para proporcionar tratamientos a todas las personas que viven con el VIH, contribuyendo de esta manera a eliminar el sufrimiento provocado por el estigma de la SIDA.
12/ Bioética
Actualmente los seres humanos tenemos la inmensa suerte de conocer científicamente muchas cuestiones que forman parte del proceso originario de la vida. Los constantes avances en la investigación genética y las biotecnologías ponen a nuestro alcance unas posibilidades terapéuticas que hacen posible curar y prevenir muchas enfermedades hasta ahora incurables. Mejorar, sanar y humanizar la vida es la tarea más noble de los científicos. Aunque todo lo que se puede hacer, no por eso debe hacerse -porque la ética debe acompañar la investigación científica- no comprendemos la postura de principio que tiene la Iglesia de oposición y de condena a las investigaciones científicas y a la posibilidad de poner la ciencia al servicio de los seres humanos. En el umbral de una época rellena de esperanza en el campo de la vida necesitamos la búsqueda común e intercultural de una bioética que acredite y fomente la responsabilidad humana. La verdad no se posee, se búsca, y es la suma de muchas verdades. Y siempre llegan nuevas certezas. Cuando una verdad excluye las otras, deja de ser verdad porque la duda es parte de la verdad.
En definitiva, la diferencia fundamental entre el modelo social que defiende el Vaticano y los que podemos plantear las entidades que apoyamos esta declaración es que nosotros respetamos la diversidad ideológica y su traducción en leyes y normas de convivencia que siempre buscan dar libertad y responsabilidad para que sean las personas las que puedan decidir; por contra, el discurso oficial de la Iglesia católica y muchas religiones tratan de imponer su propuesta ideológica particular, mediante leyes y normas de convivencia, al conjunto de la ciudadanía, tanto si comparten su moral como si no. Queremos denunciar el talante excluyente y exclusivo que caracteriza el discurso religioso.
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