Por Ana María Pizarro. Movimiento Autonomo de Mujeres / SI Mujer. Brasil. Sierra Negra, 10 de octubre del 2005
Con este eje central, el X Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe dio comienzo en Sierra Negra, Brasil, en el Hotel Vale do Sol, un inmenso complejo vacacional con apartamentos, salas de reuniones, auditorio para 1.500 personas y un agradable paisaje, donde se alojan las 1.270 mujeres de 28 países, que llegaron desde toda América Latina, el Caribe, Europa y Norteamérica. Luego de Brasil, con 720 participantes, las delegaciones más numerosas fueron Chile, México y Nicaragua, todas con más de 90 integrantes.
El primer día de debates se abrió con el Panel Feminismo y Democracia, con tres expositoras que hablaron sobre los desafíos del eje central del Encuentro.
Ochy Curiel de República Dominicana expresó que la democracia formal no ha logrado erradicar las principales discriminaciones y desigualdades sociales; prevalece una concepción patriarcal y liberal, que instalada en el poder masculino, blanco y heterosexual, no ha acabado con el racismo, el sexismo y el heterosexismo dominante. Democracia es una palabra enajenada, que es parte del discurso del Banco Mundial y de los patriarcas, expresó.
La radicalidad nos permite soñar con un mundo libertario, aun en construcción; ser negra, mestiza, lesbiana no son identidades, son posiciones políticas -afirmó-, demandando a las feministas autonomía política, ideológica y financiera, y unir los sueños más allá de las fronteras frente a la globalización, como apuesta principal del feminismo.
Llamó a desmontar el patriarcado desde los márgenes, cuestionar el matrimonio, la familia nuclear, no creer en los Estados ni en los partidos y señaló la necesidad de articular las luchas con fundamentos políticos. El feminismo es un movimiento político, una categoría política que nos aglutina, no es una identidad, debe delimitar su ámbito de acción. Instó a volver a la ética feminista, la autogestión y la creatividad, andar en los propios pies y no en las conferencias de la UNO, finalizó.
María Betania Avila, de Brasil, dijo que en su análisis se intercambia la alegría y la angustia; si partimos del origen de la palabra democracia como; el gobierno del pueblo y el poder del pueblo; sabemos que el pueblo nunca gobernó y que las mujeres nunca fueron pensadas como parte del poder del pueblo; la política fue un espacio de los hombres, así como fue el dominio de los hombres sobre las mujeres en el espacio de la vida privada.
El feminismo denuncia la confrontación entre libertad pública y opresión privada; la praxis feminista es acción política y pensamiento crítico; con producción teórica política feminista, la construcción del sujeto es imprescindible.
El feminismo radical es una propia forma de organización, debe enfrentar las contradicciones de las mujeres en la vida cotidiana. El acceso de las mujeres en el espacio de lucha es clave para desmontar la división entre lo público y lo privado, así como para enfrentar la mercantilización del cuerpo de las mujeres y la banalización de la explotación sexual, la industria cultural que produce enloquecidas formas de alienación, en tanto, las instituciones religiosas y fundamentalistas plantean contradicciones en nombre de principios.
El racismo, la homofobia, la pobreza de los pueblos indígenas persiste desde tiempos inmemoriales por la dominación de la iglesia y el Estado.
La pobreza de las mujeres debe ser enfrentada por el feminismo, de lo contrario el feminismo no puede radicalizarse; la propiedad de la tierra, el derecho a su propio cuerpo deben ser enfrentados de igual manera; millones de mujeres tiene su cuerpos violados cotidianamente por el Estado, la iglesia y por aquellos que se llama;sus compañeros.
Si el feminismo no crece, si no se amplía, si no se populariza, no se radicaliza. El feminismo se debe impregnar en la vida social, en la vida política, mientras nos preguntamos ¿cuál es la forma de democracia que queremos, representativa, participativa o directa?. Debemos reconocer todas las formas de lucha cotidiana, las luchas de las mujeres en las instituciones, en las comunidades, vamos forjando un movimiento de mujeres con una relación directa con el feminismo. Combatir las formas tradiciones del sistema y las tradiciones políticas autoritarias.
Buscar la radicalización de la democracia, enfrentar el conflicto y no negarlo, la democracia política exige una nueva cultura política, construir la autonomía dentro del movimiento y fuera de él, en cada espacio que nos presente un desafío.
Demandó la movilización y la conciencia critica, la formación política, la socialización de los saberes, las experiencias alternativas, el internacionalismo crítico y activo frente al guerrerismo y los fundamentalismos.
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