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Mirando con detenimiento los talleres, conferencias y demás actividades que ustedes proponen para los cursos de verano, observamos que 138 están dirigidos o impartidos por hombres, frente a 6 dirigidos mujeres y 7 codirigidos por ambos sexos.
Ahora bien, como las mujeres somos mayoría -en algunos casos desde hace treinta años- en licenciaturas de lenguas, geografía, historia, derecho, periodismo, medicina, etc., como también somos mayoría en la enseñanza y, como según todas las encuestas, leemos más, cabe preguntarse ¿por qué desaparecemos al llegar a ciertos niveles académicos, de prestigio, de autoridad y magisterio? O, siendo algo menos ingenuas, cabe preguntarse ¿por qué nos hacen desaparecer?
Seguro que los estamentos responsables de la UIMP opinan que, a la hora de programar, no se fijan en el sexo. Eso sólo significa que no son concientes de los filtros androcéntricos por los que se rigen. Es decir que, como observaba Barthes, consideran "natural" el mundo de la ideología dominante. ¡Felices (¿o rancios?) intelectuales los que aún ni siquiera practican la hermenéutica de la sospecha, por decirlo con palabras de Celia Amorós!
Y, por supuesto, estamos ante el clásico fenómeno que se retroalimenta: no se cuenta con las mujeres, ni se las llama, ni se las encumbra, ni se las considera, y, claro ¿quién se acuerda de personas sin nombre?
Nosotras, por nuestra parte, nos negaremos a participar como publico en actividades que nos menosprecien como científicas, pensadoras, profesoras y sujetos de autoridad en las más diversas materias.
Algunos nos llamarán radicales. Pero, para radicales, la UIMP, la Real Academia de la Lengua, los organismos de gestión y dirección de las Universidades españolas, los consejos de redacción de los periódicos y revistas, las tertulias de la radio, etc. etc. que reservan cuotas del 90% para varones ¿No les parece?
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