Por Irene López
Internacionales, Núm. 2 Junio 2005, UAM-AEDRI ISSN 1699 - 3950
*Irene López Méndez es investigadora asociada del Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación-Universidad Complutense de Madrid (IUDC-UCM); consultora especialista en Cooperación Internacional y Políticas de Género; asesora de la Agencia Española de Cooperación Internacional; docente en Programas Universitarios de Postgrado y autora de libros, manuales y artículos sobre género, desarrollo y cooperación internacional.
1. Género en clave de evolución ética y política del desarrollo
Si revisamos el proceso histórico de inclusión de los aspectos de género en la Agenda del Desarrollo y la Cooperación Internacional, podemos constatar un importante progreso, al menos en la retórica política, que ha permitido considerar la igualdad entre mujeres y hombres como objetivo y estrategia de desarrollo, así como parte integral de los derechos humanos fundamentales. La desigualdad entre hombres y mujeres ha formado parte de la Agenda Internacional desde los años setenta1.
No olvidemos que ésta fue declarada como la primera década de Naciones Unidas para la Mujer, y que ha habido cuatro Conferencias Internacionales de la Mujer: la primera en 1975, en la Ciudad de México con el lema “Igualdad, Desarrollo y Paz”; la segunda, en Copenhague en 1980; la tercera, en Nairobi en 1985 y, la cuarta, en Beijing en 1995 donde se celebró la Conferencia más significativa.
En ella se resumió toda la actividad realizada a lo largo de cinco décadas y cuyas revisiones se han producido en el año 2000 (Beijing +5) y en el 2005 (Beijing+10), coincidiendo con la primera revisión de la Declaración del Milenio.
Constituye, por tanto, la Conferencia de Beijing, su Declaración y la Plataforma para la Acción en ella adoptada el referente de política internacional general más importante respecto a la agenda de género en el desarrollo y la cooperación internacional. Fue en los noventa cuando se produjo el avance definitivo para la conceptualización del término “género” y su relación con el desarrollo y, por ende, con las prioridades de la Cooperación Internacional.
Ello ha venido de la mano de las Conferencias de desarrollo de esa década y, en especial, de la Conferencia de Beijing que resume y condensa el esfuerzo de las conferencias anteriores, tanto las de la Mujer, como las de Desarrollo.
La evolución, por tanto, va de la mano de una doble aproximación: las Conferencias “específicas” de la mujer (mencionadas en el párrafo anterior), y las Conferencias de desarrollo de los noventa, todas ellas conscientes de la importancia de la igualdad en cada una de las temáticas y sectores fundamentales de desarrollo.
¿Qué ha hecho posible estos avances? Muchos factores de diversa índole pueden explicar esta evolución. Algunos de los más importantes tienen que ver con la propia evolución en la concepción de lo que se entienda por desarrollo y su relación con los derechos humanos, de la que el concepto de desarrollo humano3 es uno de sus principales exponentes. Y, por supuesto, tales avances no hubieran sido posibles sin la lucha de los movimientos internacionales de mujeres y los grupos e instituciones que les han venido apoyando.
En definitiva, creemos que la igualdad de género se ha instalado en la agenda del desarrollo en la medida en que ésta se ha “politizado” incluyendo las libertades y la dignidad básica del ser humano, el derecho a la igualdad y a la no discriminación y, en definitiva, los derechos humanos como parte constitutiva del propio concepto de desarrollo.
La “humanización” del desarrollo ha traído consigo, de forma inevitable, su “feminización”. Y el aliado de este avance ha sido, sin duda, el concepto de género. Desde esta comprensión, la lectura de los objetivos de desarrollo del milenio cobra su sentido cabal, no de manera autónoma, sino precisamente en el marco de los derechos humanos y la igualdad de género, recogidos fundamentalmente en la CEDAW (Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres, de 1979), como instrumento jurídico de los derechos de las mujeres en el Derecho Internacional, y la Declaración y Plataforma para la Acción de Beijing, al que nos hemos referido supra.
Cualquier distanciamiento o falta de consideración de estos precedentes supondrá una pérdida en la virtualidad de cualquier objetivo, estrategia de desarrollo o indicador que pretenda promover una mayor equidad de género en el desarrollo.
GÉNERO EN LAS CONFERENCIAS DE DESARROLLO DE LOS NOVENTA
Conferencia Mundial sobre Educación para Todos (Jomtien 1990-Dakar 2000). Recoge entre sus objetivos la eliminación de todas las disparidades entre los sexos en la enseñanza primaria y secundaria para el año 2015, asegurando a las niñas el acceso equitativo y sin restricciones a una educación de calidad Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Río de Janeiro, 1992). Reconoce el papel esencial de las mujeres en la preservación y gestión de los recursos naturales y el estrecho vínculo entre pobreza, género y medio ambiente.
Conferencia Mundial sobre los Derechos Humanos (Viena, 1993). La violencia contra la mujer y otras cuestiones relativas a los derechos humanos de la mujer se incorporan a la agenda y a las actividades globales de Naciones Unidas en materia de derechos humanos. En esta Conferencia se produce un cambio fundamental en la teoría de los Derechos Humanos cuando, por iniciativa de las mujeres, se acepta que los derechos humanos pueden ejercitarse o, por el contrario violarse, tanto en el ámbito público como en el privado. Además, por primera vez, actos ocurridos en el espacio privado pueden originar responsabilidad estatal.
Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994). El empoderamiento de las mujeres es considerado como parte integrante del desarrollo y se reconocen los derechos sexuales y reproductivos2 de las mujeres y de los hombres. El reconocimiento de los derechos que se disfrutan o se niegan en el interior del hogar, va ocupando cada vez más espacio en la concepción de los derechos humanos.
Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (Copenhague, 1995). Se adopta el compromiso de asegurar la plena igualdad entre mujeres y hombres.
Cumbre del Milenio. Se establecen objetivos concretos y mensurables en equidad de género, en relación a la educación y a la salud materna, además de un objetivo específico (3) sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
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