Editorial de El Periódico
La resolución judicial del caso de La manada provocó una amplia reacción contraria. Durante el juicio ya pareció entreverse que se consideraba más necesaria la protección de la intimidad de los miembros de “La manada” que la de la propia víctima, pero ahora las circunstancias han derivado hacia una intolerable injerencia en la privacidad de la chica a través de webs en las que se desencadena el odio más tribal y otras plataformas neonazis estadounidenses que se dedican no sólo a promover los instintos más bajos sino a exponer -con filtraciones criminales- la figura de la víctima con todo tipo de detalles, incluídos los más escabrosos. Una nueva violación sobre la que sufrió en los Sanfermines de 2016.
El caso de “La manada”, más allá del debate jurídico y de deficiente solución judicial, ha estallado como asunto mediático y símbólico en defensa de la dignidad femenina. En estos momentos el campo de batalla es cruel y mezquino y participan en él los mismos culpables, sin ningún dipo de prevención moral, y hordas informáticas que acentúan en la impunidad de la red las actitudes más vejatorias y machistas.
Incluso a pesar de las denuncias e investigaciones en curso, las webs de extrema derecha continúan activas. Esta inmundicia es completamente intolerable. Estamos frente a una especie de “victória” de la ignominia, animada por la dejadez del sistema, a la que debe hacerse frente con contundencia e intensidad penal. Cuanto antes mejor.
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