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Tecnologías de la maternidad: los artefactos y las vivencias.

Por Marta Mojzuk

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Este trabajo es una propuesta de reflexión desde el feminismo: el feminismo que actuando desde sus distintos enfoques ha sentado las bases para que esta propuesta sea posible y para que se pueda ubicar dentro de las acciones desenmascaradoras o reconstructoras de las múltiples opresiones derivadas del sistema androcéntrico y patriarcal. El reto, tan difícil de promover, es trabajar en los márgenes de las construcciones dadas como verdaderas y objetivas. La reformulación de los universos de los significados sobre las identidades pueda abrir vías a una articulación de las políticas que cambien las estructuras del poder y de dominación heredadas. El camino del feminismo en este sentido es, en un primer momento, una propuesta de las múltiples interrogaciones.


PRIMERA PARTE. CONFIGURACIONES DE LA MATERNIDAD DESDE LA TEORÍA.

La maternidad es un concepto que condensa varias dimensiones y se contempla como una esfera en la que se encuentran las preguntas esenciales para su transformación tanto en el campo simbólico como en la esfera de las prácticas sociales. La maternidad es una construcción simbólica pero también es una práctica y es en ésta donde se va insistir principalmente para poner de manifiesto la estrecha interrelación entre el campo tecnocientífico y el de la configuración subjetiva de las mujeres de ser madre.

Es relevante por lo tanto abordar el tema de las vivencias relacionadas con la reproducción y parto como algunos de los aspectos propios de la construcción de la maternidad, desde la perspectiva de las prácticas tecnocientíficas. El cuerpo se configura como un campo de las expansiones, de colonización, y el cuerpo femenino especialmente reaparece como un escenario de los juegos del poder patriarcal en una versión tecnificada tanto instrumental como discursivamente.

La posibilidad de implementar en el cuerpo humano, a nivel vital, los desarrollos científicos en materia de biotecnología e ingeniería genética, se revela como el objeto de un profuso campo de estudio. A nivel filosófico Rosi Braidotti propone: "He sugerido la expresión órganos sin cuerpo para referirme a este complejo campo estratégico de prácticas conectadas con la construcción discursiva y normativa del sujeto en la modernidad" 1. Por ejemplo, todo el discurso de las biociencias toma al organismo como su objeto y, por lo tanto, toma al cuerpo como un mosaico de piezas desmontables. A su vez, la supremacía atribuida al discurso del biopoder en la modernidad convierte al biocientífico en el prototipo mismo del intelectual instrumental. En la práctica tecnomédica, la visibilidad y la inteligibilidad del cuerpo vivo son el preludio de la manipulación como una mercancía disponible de material vivo. Así, como lo señala Haraway que en la era del biopoder el sujeto corporizado es canibalizado por las prácticas de los tecnoaparatos científicos. Comienza la percepción de la obsolescencia del cuerpo humano ante la posibilidad de su imbricación a la máquina. En este sentido el cuerpo humano emula los dispositivos tecnológicos al considerársele plataforma susceptible de diversas ampliaciones, expansiones e integraciones. La mediación de la tecnología no es algo reciente, pero el poder con el que opera actualmente desborda las estructuras actuales de la normatividad, de la legislación y del control desde la propia percepción personal.

ENTRE LOS SUJETOS Y OBJETOS.

Negar la interconexión entre sujeto y objeto, tal y como se sostiene desde los sectores tradicionales de la ciencia, sirve para anular determinados tipos de limitaciones mentales 2. La objetividad, pieza fundamental del sistema tecnocientífico, es a la vez la clave de la dominación masculina. La triada objetividad, control y dominación se combina de manera inseparable en el discurso y en la práctica tecnocientífica. Hay que tener en cuenta el contexto de las primeras configuraciones de lo que ha sido el nacimiento de la ciencia moderna. El triunfo de aquellos que han sido agrupados de un modo general como filósofos mecánicos representó una derrota decisiva de la visión de la naturaleza y la mujer como algo divino, y de una ciencia que, de acuerdo con ello, habría garantizado a ambas cierto respeto. La naturaleza queda secularizada y la ecuación entre mujer y naturaleza intacta. Ahora ambas son mecánicas y demoníacas a la vez. La naturaleza, siendo femenina, sólo emerge como una máquina pura después de que se haya apaciguado la creencia en la brujería 3.

El poder no es un ente abstracto. Considero, de acuerdo con De Lauretis, que la visualización de las interacciones entre los sujetos, las instituciones y las producciones sociales ofrece posibilidades de delimitar las acciones del poder y constituir espacios de transformación social. De Lauretis (1987) estima que es esencial comprender cómo el poder se constituye de forma productiva, para lo cual es imprescindible estudiar los modos en que la razón, el lenguaje y la representación han producido relaciones de conocimiento y poder, legitimadas con el discurso de la ciencia y la objetividad, para silenciar o representar erróneamente a determinados grupos humanos o situaciones.

Resulta sugerente la propuesta de Donna Haraway de la figura narrativa del testigo modesto de la modernidad 4. La modestia es el aval de la verdad. Para que la modestia sea visible y reconocida como tal es necesario que el hombre, el testigo cuyos informes reflejan la realidad, sea invisible, que sea, un habitante de la poderosa "categoría no señalada" construida por las extraordinarias convenciones de la auto-invisibilidad. Debe habitar el espacio percibido por sus habitantes como la cultura de la no cultura.

La cuestión no es inocente sobre todo en lo que se refiere a las relacione de género. La cuestión no es sólo de ideas. La autoinvisibilidad y transparencia traducidas en la autoridad neutral y la no contaminación ideológica son precisamente el punto de mira de la crítica feminista actual hacia las formas sesgadas de objetividad en la práctica tecnocientífica. La filosofía experimental - la ciencia - se expande si así lo hacen sus prácticas materializadas. Las narraciones del testigo modesto tienen el poder mágico de definir los hechos, pierden toda huella de su historia y sus conexiones como relatos, los hechos designados funcionan como cosas dadas. El ojo objetivador no tiene cuerpo, sólo así puede hablar y dar testimonio de otros cuerpos: "No soy yo quien dice esto, es la máquina". El nuevo hombre de ciencia tenía que ser modesto, casto, heterosexual. El informaba al mundo no a si mismo. La modestia de la mujer lo era de cuerpo, la nueva virtud masculina tenía que serlo de la mente. Las mujeres podían presenciar una demostración pero no atestiguarla 5. La genealogía de estos discursos nos lleva a la bomba de vacío de Boyle y el origen del modo de vida experimental; su relato imprime sello en toda la configuración de las narrativas tecnocientíficas posteriores. Las características de género, explícitas para sus fundadores, se hicieron cada vez más invisibles al tiempo que la masculinidad parecía cada vez más ser simplemente la naturaleza de cualquier testimonio desinteresado, independiente. Reflexionar sobre estas cuestiones es reflexionar sobre el poder y las normas sobre los cuales se fundamentan los procesos de construcción del sujeto y del objeto de la tecnociencia. Es importante que sigamos la senda marcada por la pregunta "de quién son las metáforas que unen los mundos" 6. ¿Cómo pervertir al testigo modesto? .... (Ver documento RTF)

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Tecnologías de la maternidad: los artefactos y las vivencias
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2006-01


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