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Álbum de familias

Por Malén Arnáez

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"Debemos aprender a vernos como lo que somos, no como éramos hace 20 años"

"El cambio es similar al de otros países europeos, sólo que mucho más rápido y con mayor mezcla"

"¡Vivan las mezclas!, adoptar una niña china es lo más bonito que nos está pasando"

"Se puede pertenecer a varias redes familiares simultánea o sucesivamente"

"Siempre hay nuevos pasos legales que dar; las familias piden más y mejores servicios"

Familias urbanas y rurales, extensas o nucleares, nacionales y extranjeras, de razas y nacionalidades diferentes, pasadas por la iglesia o sin papeles, acomodadas o modestas, de gays y lesbianas, monoparentales, de jóvenes que inician su andadura o mayores que repiten, familias que adoptan o acogen niños y niñas de países lejanos y futuro incierto. Clásicas y modernísimas. Están todas, o casi todas, y algunas de ellas, impensables hasta hace muy poco en España.

Son imágenes de un ilustrativo libro, Retratos de familia, en el que vale la pena detenerse, no sólo por el atractivo, indiscutible, de los retratos, sino por lo que hay detrás de los mismos, por su significado histórico, sociológico y religioso, y por lo que suponen de aire fresco y abandono de una estructura familiar hasta hace muy poco monolítica y secular en España. Nuevas familias para el siglo XXI, opciones personales traducidas en diversidad y libertad que conviven con la más absoluta tradición. Imágenes de un país diferente. ¿Quién dijo que la familia está en crisis?

"La familia no está para nada en crisis; más bien al contrario, se encuentra en una fase de apertura y expansión producto de experiencias vitales compartidas, tiene una enorme vitalidad y es capaz de crear nuevos y variadísimos tipos de relaciones, desde micro hasta macrofamilias. Es un mare mágnum maravilloso. Asistimos a un increíble desarrollo, casi proliferación, de la familia, pero las de ahora son muy distintas. Hay nuevos tipos de parentesco para los que, en algunos casos, ni siquiera tenemos nombre", dice la socióloga Constanza Tobío, catedrática de la Universidad Carlos III de Madrid y especialista en temas de familia, que ha colaborado en el libro, editado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

Así parece. Hay términos como familia DINK, siglas que definen -en inglés- a la pareja de profesionales activos, sin hijos, y con una privilegiada situación económica, que todavía no tienen un nombre específico en castellano. ¿Y cómo denominar a las parejas juntos pero separados, que viven en hogares y localidades distintos, deslocalizadas por motivos generalmente profesionales? Tobío no duda al señalar lo que le sugiere este sorprendente mosaico familiar: "Un cambio social muy rápido y también una sociedad distinta, una España que se ha enriquecido enormemente, porque durante mucho tiempo este país era exageradamente uniforme, y hoy hay una eclosión de diversidad de la que quizá todavía no somos conscientes".

Que se lo digan a Joseba y Juan, matrimonio desde hace seis meses -antes, 14 años de convivencia en pareja- que viven con Cristina, hija de Joseba y sobrina de Juan. Ellos sí son conscientes del cambio. "Hasta el momento no hemos tenido problemas, no nos ponemos un cartel en la frente diciendo que somos homosexuales, porque no estamos de acuerdo, ni damos explicaciones, pero tampoco lo ocultamos, lo sabe el que lo quiere saber. Lo vivimos con mucha normalidad, normalidad es la palabra. Juan, que es profesor de matemáticas, ha sido menos explícito en su entorno, pero tampoco se ha cortado al presentarme... Yo soy un poco más reivindicativo y a mi alrededor lo sabe todo el mundo. Cuando nos casamos, el año pasado, toda mi familia, padres, primos, tíos, estuvieron encantados en la boda. A los padres de Juan les costó un poco más, pero mi suegro estaba el primero".

Cristina, su hija, una adolescente de 13 años -su madre es hermana de Juan-, asume lo de tener dos padres con absoluta normalidad: "Es lo mejor, me gusta mucho y es diferente a mis amigos". "La hemos educado en el criterio de que ella es lo importante, y no lo que diga la gente, y no ha tenido muchos problemas. Ana, su madre, vivió con nosotros hasta que se casó", dice Joseba, un auxiliar veterinario que se expresa con gran tranquilidad y seguridad. "Yo creo que en España ha habido una evolución muy positiva, lo bueno es que las nuevas familias se vean, que la gente se acostumbre a vernos, la normalidad es lo deseable. Todavía habrá personas que se extrañen, que no lo entiendan, pero lo estupendo es que puedas ir por la calle sin que pase nada".

Hay que fijarse en los detalles de estos magníficos retratos que, en ocasiones, reflejan la atmósfera y vida de los protagonistas mejor que las propias personas. Los cuadros, fotos y estampas colgados de las paredes, los sofás y mesas -a veces recubiertas de plástico-, bodegas que parecen salidas de la mano de Zurbarán; indumentarias desenfadadas -esa familia guapa y numerosísima con aspecto de haber pasado por el estilista de Benetton- junto a camisetas de fútbol o multicolores trajes étnicos de lejanos países. Jóvenes con aspecto de diseño publicitario junto a imágenes de una España rural que parecen arrancadas de Los santos inocentes. Un panorama familiar que nos enfrenta de bruces con una realidad sabida o intuida, pero pocas veces percibida de un modo tan evidente.

Será porque, como mantiene el fotógrafo Alejandro Castellote, la foto de familia de estudio es una imagen que se convierte siempre en objeto simbólico. "Una ventana a la que nos asomamos para comprobar los cambios y las evoluciones que el tiempo ha configurado en nuestra sociedad". Una imagen simbólica que, para Tobío, "es un retrato de la España de hoy que no es la imagen que generalmente tenemos de ella. Siempre hay una inercia en las percepciones, incluso por parte de los protagonistas de la historia, pero debemos aprender a vernos como lo que hoy somos, porque en cierta medida seguimos pensando que somos como hace 20 años. Somos distintos, y es algo enormemente positivo y enriquecedor".

El panorama es, para la secretaria de Estado de Asuntos Sociales y Familia, Amparo Valcarce, la muestra de una sociedad madura que se acepta a sí misma como es, en toda su diversidad y complejidad. "Junto con los modelos tradicionales, aún mayoritarios, coexisten en nuestra sociedad nuevas formas familiares que han ido adquiriendo reconocimiento social y legal. Los españoles hemos dado un gran salto cualitativo en términos de libertad y tolerancia, que nos permite elegir y vivir nuestra dimensión familiar sin discriminaciones, con plena dignidad, y cada vez con mayores cotas de igualdad".

Raquel Majolero es de las que han elegido. "Soy soltera, pero eso no quiere decir que no vaya a vivir más en pareja, aunque no me lo planteo, no me va en ello la vida. Lo que tengo claro es que de matrimonio nada, en todo caso me emparejaré. Y hoy día lo mejor es cada uno en su casa y verse cuando apetece... Hijos ya no pienso tener, no me atrae nada la idea y no soportaría la vida de pareja con niños, me aburriría. Me gustaría estar con alguien, pero no como antes, para toda la vida juntos, felices y con niños. Ya no tengo ese concepto de familia". Majolero, de 44 años, es el prototipo de la nueva mujer independiente que pisa fuerte. Empresaria de hostelería y "más bien progresista", valora el enorme cambio familiar habido en España. "Menos mal, porque lo anterior se había quedado un poco obsoleto y hay que adaptarse a los nuevos tiempos".

A la escritora Rosa Regàs le parece impensable ver cómo la familia patriarcal, que durante tantos siglos fue dominante en España -y que aún continúa fuerte-, ha dejado paso, con el nuevo protagonismo de la mujer, su trabajo e independencia económica, a una diversidad de familias. "Porque ya no puede hablarse en singular. Pueden ser de dos padres o dos madres, familias en las que los cónyuges, después de separarse, han formado otra familia sin renunciar a la anterior; madres solteras o madres y padres solos que se deciden a adoptar uno o varios hijos. No hay un modelo de familia ni de convivencia porque cada cual tiene que inventársela en función de sus apetencias, de sus necesidades y de la historia que le acompaña. Y curiosamente, gracias a esta gran variedad, hecha a medida de cada cual, ya no hay exclusión de niños de padres separados u homosexuales, como la había hace unas décadas".

Si hay una familia que puede ser prototipo de este nuevo modelo multicultural, es, sin duda, la del empresario José Ramón Torres (57 años), divorciado y con dos hijos. Emparejado desde hace 17 años con Mari Luz de las Heras (55 años), divorciada de un ciudadano libio, padre de su hija Ahlam Elena (30 años), quien aporta a la familia un novio ruso, Alexander Victorovich (27 años). El grupo se amplía con Jorge Omar, hijo adoptivo de Mari Luz, uruguayo de origen alemán.

Torres es importador de cerveza; Ahlam y Alexander, diseñadores y programadores informáticos, y Jorge, pintor, pero viven en el campo murciano, en medio del monte entre tomates y limones que ellos cultivan. "Yo creo que sí, que somos un buen exponente multicultural... La nuestra es una familia totalmente consolidada, resultado de la sociedad en la que vivimos, con muchas influencias globales. Y no es una familia genética, sino de elección. ¿Cómo se lleva tanta diversidad?, pues con mucha flexibilidad, mucho cariño y amistad. Los chicos son jóvenes y hasta ahora no han entrado en la sociedad de consumo, todos nos sentimos muy bien viviendo en mitad del campo".

El empresario asegura que no se opone al matrimonio civil (Mari Luz y él lo intentaron, pero fue imposible lograr que el ex marido libio, casado de nuevo, firmara los papeles de divorcio). "El matrimonio es sólo una formalidad más que se cumple porque los beneficios administrativos que reporta lo hacen aconsejable". Han sufrido algún problemilla para empadronar a Jorge y darle de alta en la Seguridad Social, "pero nos llevamos estupendamente con toda la gente del entorno, tenemos establecido con los vecinos un pequeño mercado de trueque de productos".

El cambio, reflexiona la socióloga Tobío, es similar al que antes han realizado otros países europeos de nuestro entorno, sólo que mucho más rápido y con mayor mezcla, lo que significa un paso más allá. "A la diversidad está superpuesta la inmigración de todo tipo, jóvenes, niños, los hijos de los inmigrantes que nacen aquí, las adopciones de niños extranjeros, los matrimonios entre distintas razas y nacionalidades... Estamos creando unos nuevos tejidos sociales enormemente novedosos e interesantes desde el punto de vista de la complejidad y variedad. Y lo estamos haciendo con normalidad y falta de conflicto, porque el que hay es inducido en alguna medida. La sociedad española vive estos cambios con absoluta tranquilidad y aceptación del otro, en lo que hay mucho de tolerancia y, es mi duda, puede que algo de indiferencia".

No siempre hay tolerancia, ni siquiera indiferencia. Al menos, Arístides Alcántara, casado por la Iglesia hace diez años con la española Maite Murillo, y con dos hijos, así lo ha sentido. Alcántara, de 34 años, dominicano y mulato, confiesa que le ha pasado de todo. "No ha sido un camino de rosas. La verdad es que los padres de Maite no me han tragado, ni me tragan, todavía sigue igual la cosa... Más que por la inmigración, los problemas han venido por el color de la piel, pero creo que la mezcla de razas es lo mejor que puede pasar en España. Lo primero, por el nacimiento de niños, porque el índice de natalidad es muy bajo y los extranjeros tienden a tener más hijos. Y lo segundo, por la mezcla cultural y racial, que beneficia a todos los países". Y este técnico de maquinaria industrial, ya español, añade socarrón: "Además, los niños sacan un color muy bonito y no tienen que tomar el sol para ponerse morenos".

También de racismo habla el nigeriano Lucky Osagiede (43 años), profesor de educación física en Lagos y albañil en España, que ríe a carcajadas al enterarse de que su retrato figura en un libro. En África pertenecía a una extensísima familia. Aquí, en Cartagena, vive junto a su hermana Eunice y su primo Festus en una casa de su propiedad. Osagiede, ocho años en España, afirma que los comienzos fueron duros, "sólo hablaba inglés y nadie quería escucharme. Y, aunque tenía todos los papeles en regla, me decían que me fuera a trabajar al campo. Pregunté dónde estaba el campo y me dijeron que en el Sur, así que me vine a Murcia y aquí sigo". Osagiede piensa quedarse en España "hasta que sea viejo". Con un hijo de 21 años en Valencia, primos en Madrid y un tío, también con casa propia, en la misma localidad, quiere ser español. "Al principio vi mucho racismo, pero no me ha ido mal. Hice cursos de soldador para pagar la hipoteca de la casa...". ¿Sabe Osagiede que ya tiene el documento que comparten la mayoría de los españoles, la hipoteca?

La experiencia ha sido distinta para los limeños Cristián Suárez (31 años) y María Ugarte (30 años), matrimonio con un hijo de nueve años y otro en camino. Llevan nueve años en España y regentan una panadería en un pueblito de Cuenca, La Peraleja. "Nos consideramos una familia española a todos los efectos". Apenas imperceptible el acento peruano, Cristián dice divertido que nunca imaginó que terminarían de panaderos. "Estudié administración hostelera y en Perú trabajaba en hostelería, y mi mujer, en manualidades. Pensamos quedarnos aquí definitivamente, tenemos la nacionalidad española y estamos muy adaptados, muy a gusto, hemos hecho unas amistades estupendas. Nadie nos ha llamado nunca sudacas ni hemos sentido la menor marginación. ¡Yo siempre digo que no cambio a la gente de los pueblos!".

En el nuevo panorama aparecen entremezcladas familias nucleares y numerosas sin que eso presuponga una etiqueta de modernidad o antigüedad, uno de los tópicos que quizá haya que empezar a desterrar. Abuelos, hijos, nietos, primos y hermanos se mezclan hoy con un estilo de vida poco convencional o tradicional. "Hay una vieja idea", dice Tobío, "de asociar la modernidad a pequeñas familias. Y es verdad que los que conviven son unidades cada vez más pequeñas de individuos, pero esos hogares están integrados, cada día más, en redes familiares que tienen relaciones estrechísimas y en las que se ejerce, igual que en otros momentos históricos, la solidaridad y la ayuda mutua. Hoy, las abuelas se vuelcan con el proyecto profesional y familiar de sus hijas, y cuidan a los nietos para que ellas puedan trabajar. Pero el segundo personaje principal, e interesantísimo, es el abuelo materno, que mantiene con los nietos un tipo de relación que no pudo tener con los hijos y con la que está aprendiendo mucho".

Jóvenes modernísimos, matrimonio, y abuelos. El ayer y hoy encajados sin el menor rubor, con amor confeso y reivindicativo. "Nos hemos casado, después de cuatro años de convivencia, porque ya nadie lo hace. No es nada convencional. Entre la gente de nuestra edad se ha perdido el amor, y eso no es ni moderno ni clásico, es un valor que es bueno mantener". Merche Santos (28 años) y Álvaro Isidro (26) son diseñadores gráficos y su aspecto no puede ser más de diseño. Ropa negra; ella, amplios tatuajes en los brazos; él, perra carlino -también de diseño- en brazos. Viven en Madrid, trabajan en su propio estudio y se retratan con los padres de Merche. Quieren tener hijos pronto. "El futuro está plasmado en mi camiseta, es la coña de la foto", dice Merche, mientras Álvaro señala que el conjunto que refleja el libro es "superpintoresco. Y muy interesante ver que el concepto de familia en España ya no es sólo de hombre-mujer".

Un dato a tener en cuenta. En los países del norte de Europa, la mitad de los niños nacen de madres no casadas pero que generalmente viven en parejas. En España, sólo dos nacimientos de cada diez se producen fuera del matrimonio.

¿Ha fracasado la familia nuclear que tantas expectativas suscitó en los años setenta del pasado siglo? Hay, explican los expertos, dos modelos de familia nuclear: la basada en la división de roles, madre, padre, hijos (padre proveedor y madre cuidadora), y el modelo nórdico, en el que madre y padre trabajan, pero tienen una serie de apoyos estatales, servicios colectivos y permisos parentales, que generalmente disfruta la mujer. "A lo mejor, en España podemos ir a un modelo que, sin perder del todo las redes familiares, pueda tener muchos más recursos públicos y sociales que los actuales, apoyos a la conciliación y al cuidado de los niños y ancianos, un poco como el caso francés", dice Tobío.

Quien crea que las familias de hoy tienen que ser a la fuerza pequeñas puede asombrarse con la de Sebastián Tobal y Mari Carmen Rojas, que, con 15 hijos y tres nietos, habría hecho las delicias de cualquier premio de natalidad franquista. Todos rubios, saludables y guapos, ¿y del Opus Dei? "Somos católicos, pero no del Opus. Y al principio no nos planteamos tener muchos o pocos hijos, sino los que vinieran. Tenemos relaciones sexuales sin utilizar ningún tipo de anticonceptivo y han sido 15... Cuando nos casamos teníamos una casa muy grande y no sabíamos qué hacer con ella, pensamos en tener perros y hemos acabado comprando el piso de al lado...".

¿Se puede hoy tener una familia tan numerosa sin gozar de una buena posición económica? "No es mi caso, aunque todo el mundo lo piensa", asegura Tobal, propietario de un comercio de regalos y juguetes. "Tenemos un presupuesto muy ajustado, pero hoy día te puedes vestir bien con poco dinero. Mi mujer compra camisetas estupendas por un euro... En la posguerra, en España todas las familias tenían ocho o diez hijos y había mucha pobreza... Es cuestión de conformarse con lo que tienes y no ser caprichoso". Una hija casada, otra a punto de casarse, y un hijo viviendo en pareja. "A mí me gustaría que todos fueran católicos y se casaran, pero cada uno hará lo que quiera. El hijo que vive en pareja es excepcional, y ella también".

El contrapunto, familia nuclear y niña adoptada china, lo marcan la profesora de instituto Nicole Palacios y el instalador eléctrico Juan Manuel Ballesteros (ambos de 46 años). Casados hace cinco años, tienen claro que su descendencia, si la tienen, será casi con seguridad mestiza y con rasgos orientales. "Nos encanta, nos encanta, ¡vivan las mezclas!, es lo más bonito que nos está pasando", confiesa una entusiasmada Nicole, que asegura que sólo la edad -"la niña nos da una caña que nos machaca"- les impide adoptar más niños de países pobres.

Pensaron en África, pero eligieron China porque entonces era el país que permitía adoptar bebés más rápidamente. "Nos daba igual que el hijo fuera biológico o no, porque el cariño que le das es el mismo, y es estupendo poder ofrecer a un niño la oportunidad de salir adelante". Ana llegó a España con 13 meses, y ahora, con tres años, "es española por los cinco sentidos y habla cartagenero". Nicole no puede evitar, como todas las madres, explayarse en la inteligencia y aptitudes de la pequeña. "Tiene una enorme facilidad para los idiomas, desde los dos años construye frases complejísimas, y la han escogido ya para hacer gimnasia rítmica, cuando normalmente seleccionan a los niños a los cinco años. Ella sabe que es diferente a los niños españoles, pero nosotros la educamos diciéndole que es china y lo ve con toda naturalidad. Cuando por la calle vemos a otros orientales, enseguida me dice: "Mira, mamá, son chinos".

Los sociólogos afirman que estamos en la segunda transición demográfica, caracterizada por la diversificación familiar y la incorporación de las mujeres al trabajo. Pero ante las nuevas situaciones y problemas que se plantean -a mucha más velocidad que se legisla- cabe preguntarse hacia dónde vamos y cuál será el siguiente modelo de convivencia. ¿Una familia europea como la que propone el destacado sociólogo francés Louis Roussel, caracterizada por la doble ocupación de hombres y mujeres, aumento del divorcio y reducido número de hijos; o la que pergeña su no menos famoso colega Claude Martin, que invita a no mirar a la familia como una realidad estática, sino como las distintas situaciones de convivencia por las que atraviesan los individuos a lo largo de su vida? "Yo apuesto por las dos, creo que se mezclan", dice Tobío. "El modelo Martin supone mirar a la familia de otra manera. Siempre lo hemos hecho desde el punto de vista estático, desde la estructura, y ésta es otra forma de conceptualizarla en la que el individuo cobra mucho más protagonismo. Eso no quiere decir que la gente vaya a vivir aislada, porque al mismo tiempo se puede pertenecer a varias redes familiares simultánea o sucesivamente a lo largo del tiempo. Es otra forma, muy nueva, de ver la familia".

Una mirada infantil es lo que llevó a los valencianos Ana Castro (38 años) y Miguel Tórtola (44) a acoger a Scherezade y ampliar la familia biológica. A los 11 años, Miguel, su hijo mayor, vio a un bebé que habían acogido sus tíos y quedó tan impresionado de su aspecto desvalido que les animó a acoger a otro. "Somos religiosos, pero no practicantes; más que nada, han sido motivos humanitarios, porque todavía se me pone la piel de gallina cuando recuerdo a aquel niño. Ahora Scherezade tiene cuatro años, lleva dos con nosotros y está totalmente integrada en la familia. Es la niña bonita de mi marido, siempre dice: "Mira mi chica, qué guapa es". ¿Miedo a que algún día la reclamen sus padres biológicos? "Esa cuestión", dice Ana, "me la he planteado cientos de veces, pero aunque nunca te lo aseguran al cien por cien, creo que se quedará con nosotros para siempre. Sus padres están enfermos y no pueden cuidarla. Yo la considero mi hija".

¿Están todas estas familias innovadoras contempladas en las leyes? "Los cambios sociales son siempre más rápidos que los legislativos, pero los importantes avances realizados por el Gobierno en los últimos tres años van en la línea de ampliar la protección social y jurídica de todas las familias (reconocimiento de nuevas formas familiares, mejora de prestaciones económicas, impulso de la conciliación familiar y laboral, aumento de los servicios de atención a los menores de tres años y a los mayores dependientes, reglamentos de familias numerosas...). Siempre hay nuevos pasos que dar, las familias demandan más y mejores servicios y prestaciones, y es imprescindible continuar avanzando para que esta atención llegue a todas de acuerdo con las necesidades de cada una de ellas", afirma Amparo Marzal, directora general de las Familias y la Infancia.

Sin embargo, como bien señala la catedrática Constanza Tobío, hay todavía una enorme carencia en servicios estatales familiares. "La ley de dependencia va por delante de otros países, y la de igualdad también, pero tenemos un enorme déficit en escuelas infantiles, hay unas listas de espera espeluznantes. Los abuelos tienen que ser sólo el recurso provisional de una generación de madres trabajadoras pioneras, no tiene sentido que sean el recurso principal para la conciliación por falta de políticas del Estado. Es muy injusto. Se avanza muy despacio".

Si hay algo claro, es que los abuelos ganan protagonismo en la nueva sociedad española, por necesidad o por convencimiento y deseos de recuperar el tiempo perdido. Jesús Uceda (53 años) así lo admite. "Veo el futuro con una familia extensa, con hijos y nietos. Me veo como un abuelo siempre que pueda aportar algo a los nietos y a los hijos". Jesús, agente comercial, casado con Nieves, funcionaria, padres de dos hijos adolescentes, presume de ser "una familia media convencional", pero se casó por lo civil hace 19 años y le gusta la libertad que ahora se respira en las relaciones familiares. "Hay una gran variedad para actuar y escoger cada uno según su personalidad. Antes, sobre todo en los hijos, había bastante sometimiento. Ahora, la relación que se tiene con los hijos es totalmente distinta de la que tenían nuestros padres".

Una diversidad y libertad que Oswaldo Cipriani, italoargentino, casado con Pilar González y recién jubilado como profesor de fotografía, analiza desde sus 27 años de vivencia española. "Llegué en el momento de la transición y he vivido una evolución que ha sido maravillosa. Desde el punto de vista de los avances sociales, España está a la cabeza del mundo, y en lo referente a la familia ha sido un cambio increíble".

¿Cómo afecta este cambio rápido, novedoso y audaz, desde el punto de vista psicológico? Los expertos dicen que habrá que ir analizándolo porque estamos en una fase de transición, en un cambio veloz, y todavía sabemos poco de algunas de estas nuevas relaciones. Por ejemplo, hay poca investigación en todo el mundo sobre las familias homosexuales.

Un detalle. La foto de boda, típica de tantas familias españolas, que aparece en la portada de Retratos de familia es una nueva versión de la genuina, realizada dos años antes por el mismo fotógrafo. Alicia Yuste (34 años), de Segovia, y funcionaria, la novia, ahora embarazada, reconoce que la suya es una familia "tradicional, aunque de mentalidad abierta. Me parece muy bien que haya variedad de familias, mi marido y yo respetamos todo tipo de relaciones, entre hombres, entre mujeres o heterosexuales. Tenemos nuestras creencias, pero respetamos a los demás".

Nuevos tiempos para las familias.


Fuente: El País


2007-08


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