Por: Marta G. Hontoria /La Razón digital
Washington- La tenacidad de Cindy Sheehan, la madre del soldado de 24 años, Casey Sheehan, que perdió la vida en la guerra de Iraq, está convirtiendo a esta mujer de 48 años en icono del movimiento contra la guerra en EE UU. Ni siquiera los problemas familiares –su madre ha sufrido un infarto, lo que le alejará 24 horas del rancho de Crawford– pueden con ella. La noche del miércoles, la causa Sheehan fue capaz de convocar a un ejército pacifista de decenas de miles de personas que encendieron velas y agitaron pancartas en apoyo a esta madre californiana que continúa su protesta acampada a las afueras del rancho de Bush en Texas. A las puertas de la Casa Blanca, unas 500 personas atendieron la cita pacifista. Tras unos veinte minutos de silencio, rompieron las voces que urgían a Bush a «entrevistarse con Cindy», a «decir la verdad» y a poner «fin a la guerra en Iraq».
El mismo escenario se repitió en Boston, Atlanta, Denver, Houston, Chicago, Phoenix, San Francisco, Los Ángeles, Nueva York y prácticamente en todo el país. En total se celebraron 1.627 vigilias de aliento a esta inesperada cruzada antibelicista del mes de agosto. Sheehan y las docenas de personas –cada día son más numerosos– que la acompañan físicamente en Crawford no se irán del rancho hasta que Bush decida recibirla y escuche su mensaje.
Ayer mismo se reafirmaba en su determinación de arrancar de la Casa Blanca un cara a cara con el presidente para preguntarle cuál es esa «causa noble» de la que habla Bush y por la que ya han muerto más de 1.860 estadounidenses. Además trasladaron su polvoriento campamento aún más cerca del presidente, a unos 1.500 metros de los servicios secretos, gracias a un vecino del mandatario estadounidense que les cedió parte de su propiedad para evitar así el continuo atasco de la cuneta y los rifirrafes con los vecinos. Sheehan permanecerá en Texas hasta el 31 de agosto, cuando el presidente tiene prevista la vuelta a Washington.
Entonces tomará un autobús hasta la capital del país e instalará el «Campamento Casey» a las puertas de la mansión presidencial. El revuelo mediático que ha logrado la «madre pacifista» le ha costado también las críticas de varios grupos conservadores, que le acusan de estar sirviendo a los intereses de movimientos de izquierdas. Las organizaciones progresistas y pacifistas MoveOn.org Political Action, TrueMajority y Democracy for America organizaron las protestas del miércoles. Pero en el ejército Sheehan hay personas que nunca habían participado en protesta alguna, lo que hace pensar a muchos que Cindy ha conseguido resucitar parte de ese sentimiento antibelicista que surgió en EE UU en los años 70.
Y no es la única que está tomando iniciativas. Son cada vez más los padres de soldados muertos en Iraq que empiezan a hablar más alto. En Ohio, Paul Schroeder, padre de Edward Schroeder II, que falleció hace dos semanas junto a otros 16 militares, convocó esta semana una rueda de prensa frente a su casa en Cleveland para desatar su ira contra Bush. Desde la Casa Blanca se mantiene un discreto mutismo. Bush ha enviado a varios mensajeros, entre ellos su consejero de seguridad nacional, Stephen Hadley, para calmar a Sheehan, pero de momento se niega a entrevistarse con ella. Mientras, su descenso de popularidad, que ha bajado hasta el 34 por ciento, preocupa cada vez más a la Casa Blanca. El rotativo «The New York Times» afirmaba ayer que el goteo de malas noticias que llegan de Iraq y las vigilas contra la guerra ante su residencia podrían poner en peligro la próxima cita en las urnas, las legislativas de 2006.