Hace tiempo que, como mujer feminista, y con diversidad funcional, en este caso, física, y, como Experta en Filosofía para la Paz, me resulta importante y necesario trabajar por una verdadera "Cultura de Paz", que sea inclusiva y emancipadora para todas las partes implicadas en la temática del cuidado.
El cuidado dispone de un discurso patriarcal, hegemónico y dominante, tal y como se manifiesta en el artículo que hemos conocido: “De quién dependen los políticos dependientes” de Eldiario.es (03/08/2015).
Tal y como se vislumbra, en el ejemplo de estos "políticos dependientes", ni qué duda cabe, la respuesta es clara y contundente: ¡¡¡Dependen del Sistema Patriarcal!!!.
Este sistema es el que lamentablemente predomina todavía a día de hoy en la sociedad civil en general y, también, en el ámbito de las normativas y las políticas sociales de nuestro país. Cierto es que Naciones Unidas, en diciembre de 2006, expresa claramente que las personas con diversidad funcional tenemos derecho a una vida independiente, con apoyos humanos denominados "Asistentes Personales", y que la normativa estatal (Ley 39/2006, de 14 diciembre, sobre la Promoción de la Autonomía Personal), muy tímidamente, se hace eco de la prestación económica de asistencia personal en el artículo 19, intentando respetar la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con discapacidad, ONU).
Sin embargo, la realidad a través del ejemplo de estos "políticos dependientes" que muestra el artículo, pone en evidencia que España todavía no respeta los Derechos Humanos suficientemente.
En primer lugar, viola el derecho a una educación inclusiva permanente, motivo por el que los ejemplos del artículo indican que se carece de una verdadera cultura en vida independiente y de una plena igualdad entre los géneros (en sentido clásico binario);
en segundo lugar, el derecho a una vida independiente (Artículo 19, de la Convención Internacional) queda totalmente distorsionado, puesto que, en los ejemplos mencionados, se impide la plena ciudadanía de las personas con diversidad funcional, en este caso, de quienes intentan hacerse un hueco dentro de la Política pública estatal y local;
y, en tercer lugar, se perpetúa la desigualdad estructural ancestral que existe entre varones y mujeres, condenando una vez más, al papel sumiso y esclavizante de ser las "eternas cuidadoras" a sus mujeres (esposas), quienes, como una muestra de amor y compromiso hacia sus varones, no les queda otra que renunciar a sus propias vidas independientes y, esclavizarse/"entregarse" 24 horas/día, 365 días/año… (sin descansos, sin vacaciones, sin respeto a su integridad moral y física, y sin su derecho a ser ciudadanas libres).
Si queremos una Cultura de Paz, irremediablemente necesitamos, por tanto, una Cultura de Vida Independiente basada en el Enfoque de los Derechos Humanos, de Naciones Unidas.
A modo de ejemplo, España dispone de "otros" ejemplos interesantes a través de las Oficinas de Vida Independiente, de la comunidad de Madrid y Barcelona ciudad, de personas con diversidad funcional que diferencian adecuadamente los roles de sus Asistentes Personales, de sus esposas y esposos, compañeras y compañeros de vida.
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