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Manual de desobeidencia a la Ley Sinde

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El 15 de febrero de 2011 se aprobó en el Congreso la Ley de Economía Sostenible. Su Disposición Final Segunda introduce la regulación popularmente conocida como «Ley Sinde», en referencia a la Ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde. La Ley Sinde introduce diversas modificaciones en el esquema legislativo actual, especialmente en dos leyes anteriores: la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y la Ley de Propiedad Intelectual. Los objetivos declarados son los de agilizar los trámites para la censura de páginas web que supuestamente infrinjan derechos de propiedad intelectual e impedir, o al menos dificultar, el intercambio de datos entre usuarias y usuarios.

La Ley Sinde nació a finales de 2009 y fue deliberadamente incluida en un paquete de medidas legales diversas, entre las que no llamara la atención y siempre dentro de un proceso nada transparente ni participativo, en el que se legisló a escondidas de la ciudadanía. La Ley quiso justificarse en el argumento de que las páginas de intercambio de archivos perjudicaban el derecho de creadoras y artistas a disfrutar de los beneficios de sus obras. Esta línea de pensamiento viene, no obstante, desarticulada y desacreditada en razón a dos significativas cuestiones.

La primera es de carácter económico: la Ley intenta perpetuar un esquema económico que ha sido superado por los recursos tecnológicos. La mejor prueba son las artistas y creadoras que desde hace tiempo ponen en práctica otros sistemas de financiación adaptados al contexto actual.

La segunda es una cuestión política —aunque curiosamente la economía tiene mucho que ver. Las filtraciones en Wikileaks sacaron a la luz las presiones sufridas por el gobierno y la oposición por parte de representantes de las industrias extranjeras en defensa de unos intereses que nada tienen que ver con la cultura. Al conjunto de esas filtraciones se le llamó Sindegate.1

Diversos colectivos ciudadanos iniciaron acciones de información y protesta contra la disposición, y esto tanto por la forma en la que se promovió, al margen de la ciudadanía; como por el hecho de que no responde a los objetivos que dice promover; como por las presiones externas que en definitiva han acabado por imponerla. La oposición a la nueva legislación ha sido tan contundente y masiva que podemos decir sin tapujos que esta Ley no es representativa de la voluntad general ni está dirigida al bien común.

Este Manual de desobediencia a la Ley Sinde tiene el objetivo de demostrar la ineficacia radical de la Ley Sinde desde un punto de vista práctico.

Las usuarias y webmisstress encontrarán los métodos más útiles para sortear las barreras de la censura gubernamental.

Se pretende, también, que el afán desmesurado de control por parte de los mercados y las constantes intromisiones de intereses económicos en el poder político, no se vean premiadas, una vez más, por la pasividad de los ciudadanos quienes, en caso de seguir así, acabarán por renunciar a algunos derechos fundamentales. La sociedad debe responder. Esto es lo que ha quedado suficientemente acreditado por los hechos recientes en países como Túnez, Libia o Egipto: los gobiernos han sido incapaces de poner freno a la información compartida a través de Internet por aquellos que exigen reformas democráticas.

Pero este Manual de desobediencia a la Ley Sinde quiere demostrar también que Internet es intrínsecamente libre, que no existe la posibilidad de una censura real, y que esa libertad perdurará en el tiempo siempre que existan personas dispuestas a defender su integridad.

Queremos proporcionar las claves para mantener intacta la libertad de expresión y el derecho a la cultura de todas las personas: derechos inalienables, irrenunciables, intransferibles y exigibles al Estado cuando éste desatiende su obligación de protegerlos en beneficio de intereses económicos ajenos a la ciudadanía.

Gobiernos y poderes económicos creen que basta con aprobar esta Ley. Que han detenido la red. Nada más lejos de la realidad. La red siempre encuentra la forma de hacer lo que siempre ha hecho por nuevos caminos. Con este Manual sólo queremos facilitar el cambio. No es más que un mapa para alcanzar nuevas tierras donde sus injustas e inútiles leyes no puedan cumplirse. El ciberespacio no se halla dentro de sus fronteras. La X señala el lugar.

Creamos este Manual para que la primera web que sea cerrada, se convierta en la más popular de la blogosfera. Para que sus contenidos, lejos de desaparecer, inunden la red. Porque mientras ellos crean comisiones de censura, nosotras y nosotros «rippeamos», subtitulamos, traducimos y compartimos. Es un acto natural que crece de nuestras acciones colectivas. Porque la cultura quiere ser libre y lo será.

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Manual de desobediencia a la Ley Sinde


2011-05


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