Faith Wilding & Critical Art Ensemble 1998
El cyberfeminismo es una promesa de la nueva ola de pensamiento y práctica postfeminista. A través del trabajo de numerosas mujeres Netactive, hay ahora una distinta presencia cybefeminista en la red que es fresca, desvergonzada, ingeniosa, e iconoclasta frente a muchos de los principios del feminismo clásico. Al mismo tiempo, el cyberfeminismo sólo ha dado sus primeros pasos en contestar tecnológicamente a complejos territorios. Para complicar más el asunto, estos nuevos territorios habían sido sobre cifrados en un grado mítico como un dominio masculino. Consecuentemente, la incursión del cyberfeminismo en las distintas variedades del mundo técnico (CD-Rom, Web Works, listas y nuevos grupos, inteligencia artificial, etc.,...) ha sido considerablemente nómada, espontánea, y anárquica. Por un lado, estas cualidades han permitido la máxima libertad para las diversas manifestaciones, experimentos, y el comienzo de escrituras y géneros artísticos distintos. Por el otro, el trabajo en la red y las organizaciones muestran algo que falla, y los usos teóricos que miran los aspectos tecno-sociales del género son relativamente inmaduros en su desarrollo hacia espacios de mayor igualdad entre los sexos conquistados a través de la lucha. Teniendo en cuenta estas condiciones, algunas estrategias y tácticas feministas serán repetidas ellas mismas como intentos femeninos de estabilizar unos fundamentos en un territorio tradicionalmente denegado para ellas. Esta repetición podría no ser considerada con el usual bostezo de aburrimiento hacia su apariencia familiar, por lo que el cyberespacio es un punto crucial para la lucha de género que está desesperadamente necesitada de diversificación (y diversidad en general).
El ciclo feminista
Un aspecto inmediatamente evidente es que la red provee al cyberfeminismo con un vehículo crucialmente diferente que no es de ninguna manera comparable con las anteriores olas feministas. Históricamente, el feminismo activista ha dependido de que las mujeres tomaran conjuntamente corporalidad -en las cocinas, en las iglesias, en las asambleas, y en las calles. La organización celular para la primera fase del feminismo fueron los círculos de costura, los grupos de pecadoras, o las organizaciones de caridad de señoras. Las mujeres se encontraban juntas en privado para planear sus campañas públicas para la liberación política y legal. En estas campañas de presencia visible de grupos de mujeres se peleaba contra la soledad silenciada en sus casas, convirtiéndose en un signo público de rebelión femenina y activismo. Las mujeres actuaban juntas, hablaban en público, marchaban a través de las calles, y trastornaban la vida pública realizando actividades que abrían territorios políticos que estaban tradicionalmente cerrados para ellas.
Durante la segunda ola del feminismo, que emergió en los tempranos sesenta, las mujeres de nuevo comenzaron a encontrarse juntas para planear acciones. Ellas se encontraban en grupos de consciente promoción que comenzaron a organizar células para reavivar el movimiento feminista. En este tiempo, las feministas comenzaron a dominar una nueva táctica: crear espectáculos de oposición en los media. Las mujeres ponían en escena acciones cuyos objetivos eran los tópicos más significativos de la vida pública. Cada uno de los monumentos patriarcales recibió un asalto de las feministas en el US movimiento incluyendo el Miss América Pegeant, las oficinas y clubes de Playboy, Wall Street, el Metropolitan Museum of Art, el Pentágono, y la Casa Blanca. Cualquier acción que ocurría, los nuevos medios estaban allí para documentar la ultrajante grosería femenina. Estas tácticas extendieron las noticias del crecimiento feminista nacional e internacionalmente. La lucha y la subversión visible femenina ofreció también imágenes del poder femenino que inspiraron a otras muchas mujeres (y hombres) a comenzar acciones autónomas en beneficio de los derechos de la mujer.
Si la primera ola estuvo marcada por la incursión de las mujeres en los nuevos territorios políticos, esta segunda ola estuvo marcada por una marcha hacia nuevos territorios económicos y hacia una re configuración de los núcleos familiares. Más significativa fue la demanda de las mujeres por el acceso a lo que conlleva la independencia financiera -una batalla que continúa en la tercera fase de la práctica feminista. En el más tradicional final de la batalla, el espacio doméstico no fue mucho tiempo percibido como un espacio totalmente femenino, pero fue representado como un espacio de ambigüedad con características tanto celebratorias como explotadoras. En el frente político, el feminismo se concentró en prácticas de liberación, y dejó atrás las viejas prácticas de lucha de derechos, tales como los movimientos de temperancia (alcohólicos).
La tercera ola de feminismo (cultural, eco, teórico, de sexo positivo, lesbiano, anti pornográfico, multicultural, etc.,...) -a menudo generalmente denominado postfeminismo- continúa el uso de estos modelos públicos de acción y rebelión. Un caso reciente a propósito fue la corta vida pero intensa de la Coalición de Mujeres Activas (WAC) que comenzaron en Nueva York hacia finales de 1991, siguiendo una serie de eventos que enfurecieron a las mujeres en US: El dramático, nacionalmente televisado examen de testigos Hill/Thomas (juicios); el juicio por violación de William Kennedy Smith y Mike Tyson; y las batallas judiciales sobre los derechos de aborto: todo ello contribuyó a tener la sensación de que era el momento de las mujeres para lanzar una “visible y remarcable resistencia” hacia lo social, sexual, económico, y la política de opresión y violencia. WAC rápidamente comenzó a atraer a los media como si impulsase una acción después una acción visible. Ochocientas mujeres se asociaron en el primer año, y fueron aumentando la lista a lo largo de US y Canadá. Muchos de estos sucesos iniciales fueron ganados por la altamente efectiva comunicación y el sistema de trabajo en la red que WAC organizó inmediatamente. Fue decisivo en este sistema la conexión telefónica combinada con un acceso adecuado al fax, al e-mail, y a los contactos de los media. En este sentido, WAC fue una protoelectrónica organización temprana. Habiendo motivado y organizado a muchas mujeres, WAC revigorizó el activismo feminista, y, en la US, permitió una nueva manera de contestación respecto a los tradicionales territorios feministas. Como la mayoría de las organizaciones radicales, se constituyó como una organización temporalmente táctica. Incapaz de sobrevivir a su rápido crecimiento, pronto fue alcanzada por la crítica de masas, cuando el explosivo hacerse astillas le forzó a elegir en uno de los dos caminos: depurarse o burocratizarse, o disolverse. WAC no fue capaz de organizarse fuera de las contradicciones de la diferencia, no fue capaz de resistirse a algunas de las dogmáticas tendencias del “mainstream” y “estado de seguridad” feminista que proscribe ciertas conductas, creencias, y formas de vida. Mientras la opción de purgar y burocratizar fue la primeramente atendida, la fábrica de radicalidad tuvo la fuerza para disolver espontáneamente lo ocurrido.
La tercera ola (con unas pocas excepciones) ha perdido la oportunidad de moverse en un área crucial, en lo que fue la revolución de la información tecnológica y de las comunicaciones. El cyberfeminismo representa un nuevo destino de exploradores listos a dar la batalla en estos nuevos territorios. Pero de momento, el movimiento es todavía demasiado joven para hacer frente a las luchas inherentes a la economía de la diferencia. Como en la mayoría de las fronteras todavía parece haber “lugar” para todo el mundo. Al mismo tiempo hay lecciones de la historia que deben ser aprendidas. Los movimientos radicales en su infancia tienden a volver a sus viejos modelos. El cyberfeminismo no es diferente y los temas del feminismo como, subjetividad femenina, separatismo, y mantenimiento de los límites y de la identificación territorial están destinados a surgir de nuevo, aunque en otros territorios feministas parezcan muertos.
Identificación territorial
¿Cuál es el territorio que el cyberfeminismo está cuestionando, teorizando y activamente confrontando? Por supuesto, la respuesta superficial es el cyberespacio, pero tal respuesta no es realmente satisfactoria. El cyberespacio es solamente una pequeña parte, ya que la infraestructura que crea este mundo virtual es inmensa. La fabricación y diseño de Hardware y software es ciertamente de importancia clave, pero quizás la más importante son las instituciones que forman a los que diseñan los productos de la Cyber-life. Obviamente, la inmensa mayoría de estos productos están diseñados por hombres para negocios y para operaciones militares. Dominios todavía principalmente masculinos (por ejemplo, los hombres son los que hacen la política) en los que ellos tienen el poder de comprar y por lo tanto los productos son diseñados para satisfacer sus necesidades o para explotar sus deseos. Desde al principio la entrada en este mundo de alta tecnología (la clase virtual) ha sido manipulada en favor del sexo masculino*. Desde los comienzos de la socialización/educación la tecnología y el proceso tecnológico han sido clasificados como dominios masculinos. Cuando las mujeres manipulan tecnología compleja de forma productiva, esto es visto y tratado como un acto pervertido que merece ser castigado (tema al que volveremos más tarde).
Esto no quiere decir que las mujeres no usen tecnología compleja. Las mujeres son unos importantes consumidores y ayudan a mantener el status quo cuando usan la tecnología de una forma pasiva. Por ejemplo, la mayoría de las instituciones de comercio se sienten encantadas al dar a las mujeres ordenadores, e-mail accounts, y demás, si ello las hace mejores burócratas. Por eso el aumento de la presencia de la mujer en la red, no es solamente una indicación de igualdad. Es una situación muy similar a la que ocurrió en América a finales de los años 50 y principios de los 60, cuando los maridos de clase media estaban más que satisfechos de comprar un segundo coche para sus mujeres -en tanto y cuanto ello las hiciese más eficientes en sus labores domésticas. En este caso la tecnología fue usada para aumentar el confinamiento de las mujeres dentro de su situación, y no para liberarlas de ella. (Por regla general, cualquier cosa conseguida sin esfuerzo es considerada con un intenso escepticismo). La tecnología y el proceso tecnológico a los que las mujeres tienen acceso es una consecuencia de necesidades económicas estructurales. Sin embargo, todo lo que necesitamos es un cambio de conciencia para empezar la subversión respecto a la actual estructura de clasificación genérica (este es el lado positivo de que muchísimas mujeres estén on line).
Por eso el territorio del cyberfeminismo es amplio. Incluye el espacio objetivo del cyberespacio, instituciones de diseño industrial e instituciones de educación -territorios en los que el proceso tecnológico es clasificado genéricamente de una forma que excluye a la mujer el acceso a los puntos de poder de la tecnocultura. Sin embargo, el territorio no termina aquí. El cyberfeminismo es también el esfuerzo de estar cada vez más consciente del impacto de las nuevas tecnologías en la vida de las mujeres y de la insidiosa clasificación genérica de la tecnocultura en la vida diaria. El cyberespacio no existe en un vacío; está íntimamente conectado a numerosas instituciones y sistemas del mundo real que se benefician de la separación y jerarquía de la clasificación genérica. Finalmente, el cyberfeminismo debe extender radicalmente la crítica respecto a las exageraciones concernientes al media sobre el “technoworld”. Mientras que la utopía del cyber-espectáculo ha sido adecuadamente desvalorizada a través de la documentación del abuso que ha sufrido por la clase burocrática -la más baja de la clase tecnocrática-, y por los trabajadores relacionados con la fabricación de productos, esta crítica desde el punto de vista de género y raza, es muy modesta. Por ejemplo, ¿quién puede creer que la edad, la raza, o el sexo, no importan en el cyberespacio? La capacidad para atribuirse a uno mismo características sociales on line es solamente una coartada para una división del trabajo muy tradicional y explotadora que es representativa de la totalidad del sistema, y un elemento de seducción para aquellos cuyo ambiente social en el mundo real ha sido eliminado por la destrucción provocada por el pancapitalismo de los espacios sociales autónomos. También debemos preguntarnos, ¿qué le espera a la gente en una posición minoritaria una vez que estén on line? ¿Podrán encontrar familiares y retóricos significantes, discusiones, e imágenes? ¿Existe una continuidad del discurso entre el mundo real y el virtual (como existe para la clase media blanca)? Mientras haya bolsas virtuales en las cuales la continuidad exista, la aplastante situación representativa será dirigida a la misma conciencia mayoritaria que encontramos en el mundo real. En otras palabras, los elementos de estratificación social pancapitalista están reflejados y reproducidos en el cyberespacio.
Separatismo y mantenimiento de límites
Cada vez que el feminismo intenta introducirse en nuevos territorios, los miembros de la vanguardia del movimiento se enfrentan a problemas increíbles y a obstáculos casi insuperables. El cyberfeminismo no es diferente. Relativamente pocas mujeres tienen la habilidad de ver a través de cyber-hype, de entender la complejidad del sistema y lo más importante, de enseñar a otras mujeres como sobrevivir y usar activamente el sistema. Para la mayoría de las mujeres que trabajan en la tecnoesfera, el simple hecho de sobrevivir transgrediendo la norma y aprendiendo cantidades masivas de densa información tecnológica, requiere de todas sus energías. Hacer esto último es una difícil tarea que pocas personas pueden llevar a cabo, y, además abandonadas en la situación de aislamiento por razones de género (aprendiendo y trabajando en territorios masculinos) y con la generalmente negativa imagen de una chica necia (es decir, yendo a contrapelo de la estructura femenina), todo ello pone inmediatamente de manifiesto que los niveles de alienación son extremadamente altos. Como en el pasado, bajo tales condiciones, el separatismo ha sido una táctica tan productiva como la que puede incentivar situaciones pedagógicas.
Kathy Huffman, a menudo bromea que “en el cyberespacio los hombres no pueden interrumpir a las mujeres”. La broma tiene gracia porque representa la realidad de la interrupción genérica; sin embargo su parte negativa es que las mujeres si son interrumpidas en el cyberespacio. A menudo son abrumadas con contra-discursos, ignoradas o totalizadas bajo el cartel de ser “políticamente correcto”. Un comentario hecho por una mujer puede no ser interrumpido, pero la continuidad de un discurso es frecuentemente interrumpida, sobre todo si esta relacionado con asuntos femeninos. Aquí de nuevo existe la necesidad de actividades separatistas en la postfeminista decolonización del cyberespacio. Durante esta primera etapa de desarrollo, las mujeres necesitan experimentar desarrollando su propio espacio de trabajo y aprendizaje. Este tipo de actividad ha ocurrido en todas las etapas de descolonización territorial femenina, y ha demostrado ser muy productiva. El separatismo debe ser bienvenido entre las cyberfeministas y entre aquellos que apoyan un cyberespacio diferenciado. Hay que recordar que el separatismo entre un grupo minoritario sin derecho a voto no es negativo. No es sexista, no es racista, y ni siquiera es un obstáculo para el desarrollo democrático. Hay una clara diferencia entre usar exclusividad como parte de una estrategia para crear una percepción especifica o una forma de ser un universal en el mundo, y usar la exclusividad como un medio para evitar un falso universal (una de las metas del separatismo cyberfeminista). También hay una clara diferencia entre usar exclusión como medio para mantener estructuras de dominación, o usarla como medio de socavarlas (otra de las metas del cyberfeminismo separatista).
Al mismo tiempo, el separatismo puede alcanzar un punto en que sea contraproductivo. El ciclo de producción útil en cuanto a la actividad separatista se puede encontrar aplicando uno de sus principales lemas, “lo personal es político”. En grupos concienciados, la información personal es revelada típicamente. De estas revelaciones empiezan a surgir entonces pautas. Ideas que se creían personales, privadas, idiosincrásica, y psicológicamente prohibidas se presentan como temas de conocimiento del grupo y representan tendencias sociológicas. Los miembros del grupo llegan a darse cuenta que sus problemas “individuales” son sólo espejos de patologías sociales que afectan a todo el mundo dada una determinada clase, raza, género, etc. Uno a uno, cada individuo se da cuenta de que no es una tara personal lo que le llevo a el/ella a una situación socioeconómica inaceptable, sino que es la estructura de la política económica la responsable. Para que este proceso tenga éxito debe haber solidaridad de identidad, y cuando la opresión es alta, esto sólo sucede en un movimiento separatista. Sin embargo, cuando estas corrientes sociales son descubiertas y su conocimiento compartido entre determinado grupo social, disminuye la necesidad de la actividad separatista, e inclusive esta se puede volver contraproducente. En este punto, comienza el incómodo romance entre coalición y diversidad.
Para el feminismo en general, el tiempo de la acción separatista se muestra pasado, sin embargo, nosotros debemos recordar que todas las áreas de la sociedad no son territorios igualitarios respecto al género -existen unos más que otros. Teniendo en cuenta que el cyberespacio es uno de los más igualitarios, debemos esperar que un número de las tempranas organizaciones feministas y tácticas educacionales serán revisadas.
Subjetividad femenina
Actualmente, el cyberfeminismo esta en ese desafortunado momento en que hay que decidir, quien va a ser una cyberfeminista separatista y quien no. Una vez más vuelve la obsesiva pregunta, “¿qué es una mujer?”. En teoría, este problema es comprensible, pero en primer lugar, ¿cuál es el problema?. Mirando hacia atrás, en cualquier movimiento feminista, siempre han existido tremendos conflictos entre grupos y organizaciones de mujeres producidos por los intentos de definir la subjetividad femenina (y de ese modo, “nosotras” y “ellos”). En la segunda ola, el feminismo fue definido de una forma que parecía reflejar ampliamente la subjetividad de mujeres convencionales de clase media y raza blanca. La tercera ola tuvo que debatir si travestíes, transexuales, y otros “hombres” que exigían ser identificados como mujeres debían ser aceptados en organizaciones activistas (y al mismo tiempo, mujeres de color, mujeres de clase obrera y lesbianas todavía tenían motivos para quejarse). Además nunca fue decidido como separar lo femenino de otras variables sociales primarias que construyen la identidad de una mujer. Por ejemplo, parte del problema en muchas organizaciones feministas y en WAC en particular, fue que las mujeres profesionales de clase media tenían los mayores recursos económicos y culturales. De esta forma ellas tenían más oportunidades para dirigir y hacer política. Las mujeres que no pertenecían a esta clase sentían que las profesionales tenían ventajas injustas y que su agenda era la agenda principal, lo que provocó una destructiva forma de separación.
Estos son sólo algunos de los problemas prácticos que han surgido del tema de la exclusividad y de las imperfecciones inherentes a las definiciones. No se puede definir la subjetividad femenina a satisfacción de todos, y, sin embargo, desde una perspectiva realista, tiene que hacerse.
La solución teórica en marcha para solucionar este problema es realizar alianzas y coaliciones que no dependan del proceso burocrático. Cada coalición debe esperar a disolverse a distintas velocidades a lo largo del tiempo. También deben dejarse en el pasado principios humanístico ingenuos o metafísicos (dependiendo de cada perspectiva) como “hermandad”, y todos nosotros debemos aprender a vivir con los conflictos y contradicciones de la casa de las diferencias. Por supuesto es más fácil decirlo que hacerlo. La verdad cambia con la situación. En un territorio como un departamento de estudios culturales estadounidense o británico, podemos hablar de vivir en una casa de diferencias. En otros territorios más injustos, es más difícil, y los límites claros de diferencias de identidad (a menudo esencializados) son necesarios. Por ejemplo, decirle a una persona de color que acaba de ser golpeada por la policía que “los oficiales solamente han reaccionado a una construcción textual racista que relaciona gente de color con criminalidad” probablemente no va a tener mucho efecto (incluso aunque en territorios académicos el argumento sea totalmente convincente). Mientras que la simple explicación “tu culo ha sido golpeado porque eres una persona de color” será bastante más convincente, porque en este caso, quien está del lado de la división racial es algo ambiguo en la mente del involuntario participante. En este contexto, los duros límites del esencialismo adquieren sentido y hacen crecer el poder explicativo, hasta que la ambigüedad que surge de la creciente concienciación o toma de conciencia se convierte en parte de la vida cotidiana. Consecuentemente, uno puede esperar que las nociones esencial izadas de feminidad puedan continuar su aparición y encontrar su aceptación.
Cenas (Dinner Parties)
Actualmente el cyberfeminismo se inspira en estrategias de olas feministas anteriores. Por ejemplo, cenas que celebran logros de las mujeres y sirven de actos de convivencia de construcción de coalición social son una parte famosa de la historia feminista, como testimonio no sólo de las cenas celebradas para recaudar fondos celebradas por mujeres sufragistas, sino también de la “Cena” de Judy Chicago; de las performances “art/life” de Suzanne Lacy; de "La última cena" detournement de Beth Edelson; y de los innumerables banquetes preparados y servidos unas a otras por feministas en todo el mundo en las pasadas décadas. Reconociendo que las mujeres necesitan alimentarse unas a otras y desean convivencia, Kathy Huffman y Eva Wohlgemuthen en su proyecto Web, Face Settings, están usando las cenas como una herramienta de organización y educación para las cyberfeministas. Los acontecimientos -que ocurren a menudo durante festivales y simposiums del medio internacional, donde los hombres son los actores principales– tienen el sentido de superar el aislamiento de la cybercultura, de dar a las mujeres la conexión de unas con otras, y de ayudarlas a comenzar a aprender y a usar la tecnología electrónica en su propio trabajo. Esto ha demostrado que formar a sólidos grupos de trabajo de gente que sólo se comunican virtualmente es mucho menos productivo que formar grupos de gente que también se conoce en carne y hueso. Por esta razón, es importante para el cyberfeminismo contribuir a crear oportunidades para encuentros personales y a la formación de grupos de afinidades que faciliten la construcción de un movimiento transnacional y transcultural. ¿Y acaso hay mejor manera para disolver la separación que tan a menudo se produce inclusive en las más amistosas comunicaciones a través de la red que una cena? Realmente, el medio virtual no debe reemplazar la función constructiva de afectividad y construcción de afinidades de la presencia física.
Educación cybefeminista
Las cyberfeministas han entendido ya la importancia de aunar esfuerzos en la educación tecnológica como un punto crucial para las mujeres. Pero esta educación necesita ser contextualizada dentro de un análisis crítico feminista y un discurso sobre las mujeres, Netcultura y política, y la economía del trabajo pancapitalista. El cyberfeminismo necesita hacerse oír más con más fuerza en la discusión sobre el desarrollo de la red. Para hacerlo, necesita pensar sobre a quién consideran su electorado. Como vanguardia técnica y cultural, el cyberfeminismo necesita recordar que la mayoría de las mujeres que ahora están trabajando con ordenadores y información tecnológica en el primer mundo son en el mejor de los casos magnificas mecanógrafas, para las que el ordenador simplemente representa una intensificación del trabajo. Una cuestión debemos preguntarnos: ¿qué relación tienen estas mujeres con la tecnología? ¿cómo se produce esta relación y cómo se puede luchar contra ella? El cyberfeminismo pudría proporcionar un site de concienciación progresiva donde las mujeres puedan contar historias sobre sus experiencias con todos los aspectos diferentes de la tecnología y como esto afecta a sus vidas. Este site pudría enseñar a las mujeres a cuestionarse la creciente transparencia de la incursión tecnológica en sus puestos de trabajo y en la vida cotidiana. Y por supuesto, se debería encaminar hacia el desarrollo en educación, información, y activismo, concerniente a la femineizada “economía domestica global (Haraway)” que está empeorando profundamente las vidas de las mujeres en los países desarrollados.
La educación feminista (estudios para mujeres) como pionera que fue en los Estados Unidos a principio de los años 70, incluyó la idea de una educación “separada” donde las mujeres no tuviesen que competir con los hombres, y donde tuvieran la libertad de formular cuestiones y hacer preguntas que desafiasen la hegemonía de las practicas e ideas recibidas. Por ejemplo, The Feminist Art Programs en California mantenía sus propios programas de estudios, cursos y profesores dentro de una estructura académica tradicional. Pero con profundidad, también se hizo evidente que un espacio separado permitía una experimentación radical y sin censura que incluía la fusión de disciplinas, prácticas y territorios de especialización tradicionales, y que iniciaron algunas de las prácticas artísticas postmodernas que han cambiado la corriente principal artística y de la historia del arte en Estados Unidos. ¿Qué podría conseguir un programa feminista sobre informática y tecnología de la comunicación? ¡Imagínate!
El cyberespacio se presta amablemente a la creación de espacios de aprendizaje y práctica separados para diferentes grupos, y parece de momento fructífero ampliar y mantener estos espacios en el espíritu de autosuficiencia feminista. Una de las herramientas educativas más importantes que las cyberfeministas pueden ofrecer es un directorio de estrategias y recursos electrónicos en curso, para mujeres, incluyendo grupos de discusión teórica feminista, editoriales electrónicas, exposiciones, fancines, direcciones, bibliografías, mediaographies, how-to sites, e intercambio de información en general. Aunque las recopilaciones de estos recursos están ya iniciadas, existe una creciente necesidad de un discurso feminista más radical y crítico sobre tecnología en el cyberespacio (como contraposición al discurso de los media estudios en los departamentos de las universidades). En el cyberfeminismo, este discurso surge directamente de las prácticas y problemas actuales, más que de una teorización abstracta. Por eso el cyberfeminismo ofrece el desarrollo de una teoría activista aplicada.
Un grupo al que obviamente deben dirigirse las redes cyberfeministas de educación y especialización es el de las primeras generaciones de mujeres jóvenes que se están graduando en colegios y universidades (principalmente en Estados Unidos y Europa), y que han recibido alguna formación en comunicación electrónica y en teoría de la comunicación. Habiendo ya comenzado en la universidad a trabajar en comunicación electrónica, muchas de estas jóvenes mujeres estarán buscando la forma de conectarse electrónicamente, por lo que experimentaran con toda su fuerza el impacto de la clasificación genérica del cyberespacio. Aunque muchas de ellas han tenido en la universidad algún contacto con la teoría y práctica feminista, la mayoría de ellas se enfrentaran con un espantoso vacío en cuanto al apoyo feminista y al acceso al cyberespacio. Desde que el cyberespacio se muestra atractivo para las jóvenes mujeres, es importante que las cyberfeministas desarrollen proyectos y sites con fines de reclutamiento.
Arte corporal cyberfeminista (Cyberfeminist Body Art)
En general los cuerpos están de moda en la red – ya sean caducos, cyborgs, tecno, porno, eróticos, metamórfico, recombinado, fantasmal, o viral. Pero la mayoría de estos “cuerpos” son poco más que imágenes recirculadas de sexualidad consumibles (particularmente mujeres y “perversiones” sexuales) o imaginaciones médicas (como el nada famoso “Visible Human Project”), que son presentados no críticamente. Muchos artistas están contribuyendo a una explosión de arte corporal en la red, pero la mayor parte de este es una simple transposición de lo que ya existe en otros medios.
El cyberfeminismo centrado en el arte corporal está comenzando a avivarse en la red. Como era de esperar, la vagina y el clítoris tienen un sitio de honor en muchos de los trabajos cyberfeministas, como en el de VNS Matrix. “Cunt art” fue un violento, feliz, liberador, y radical símbolo de unión para artistas y activistas feministas en los años 70. Asociaciones de concienciación y grupos médicos de autoayuda de mujeres regularmente examinaban unos a otras los órganos reproductivos y genitales, y el especulo se convirtió no sólo en el símbolo de liberación sexual, sino también en el de las reivindicaciones feministas de libertad reproductiva y de asistencia sanitaria para las mujeres. Como sugiere Donna Haraway -en Modest Witness- los interrogantes tecnocientíficos feministas (y en particular las nuevas tecnologías reproductivas), necesitan armarse así mismas con “el especulo adecuado para el trabajo”, con aquel que “haga visible la estructura de datos que son nuestros cuerpos”. La visualización y la acumulación de datos que son los motores que dirigen la nueva información y las tecnologías reproductivas, pueden ser remitidos y aplicados a la tarea de “diseñar los lenguajes analíticos (los especulos) que representan y intervienen en nuestros ajuste, Cyborg worlds” (Haraway, p. 212).
El cyberfeminismo puede crear reconfigurando cuerpos remodelados en el cyberespacios, cuerpos que son apasionadamente incorporados en una obra textual, visual, e interactiva. Simultáneamente, proyectos deconstructivos enfocados a la proliferación de la cultura dominante, genérica y de los códigos sexuales en la red serán más efectivos si vienen desde una fuerza, un centro libidinoso, y son entendidos a través del filtro de la historia de las mujeres. De hecho, el arte del cuerpo cyberfeminista está encantado por las historias del cuerpo de las mujeres. Están motivadas por la rabia contra la fuerza de la censura, la represión, y la normalización. Aunque, principalmente, están motivadas por la ausencia —la ausencia creada por el infanticidio femenino, la extirpación del clítoris, los medicamentos que impiden el orgasmo, la sutura de los labios de la vagina, el vendaje de los pies, el celibato impuesto, la desinformación sexual, la falta de información sobre el control de natalidad, la violación, el embarazo forzado, y por el confinamiento y confinamiento femenino.
Parte del proyecto teórico feminista ha consistido en explorar las posibilidades de diferencia en la sexualidad y el deseo femenino. La mayor parte de feminismo francés y americano, literario, y de teoría psicoanalítica, en la década de los 80 fue dedicado a esta investigación. La Red ofrece posibilidades para explorar estas cuestiones en un nuevo marco tecnológico e informativo, y entre una nueva población que produce autores que están más versados en la práctica que en la teoría. Aunque esta línea de investigación parece haber dejado muy atrás la binaria distancia entre mujer/naturaleza, esto no significa ciertamente caer en la trampa del esencialismo femenino, o de sucumbir a la trampa de simplemente responder a la netcultura masculina con una netpornografía femenina. Hay mucho que ganar desde la consciente interpolación de historias y cuerpos de mujeres en el cyberespacio, muchas cosas pueden aprenderse nombrando las ausencias, y comenzando a crear una multifacética, fluida, y consciente presencia feminista.
Conclusión
Se podría decir que el cyberfeminismo está todavía en su fase vanguardista de desarrollo. La primera ola de exploradoras, amazonas e “inadaptadas” han deambulado por un territorio que generalmente es hostil, y han encontrado una nueva tierra necesitada de decolonización. La historia se repite en un ciclo positivo, en el cual la filosofía vanguardia feminista, las estrategias, y las tácticas del pasado pueden desempolvarse y recobrar su antigua vitalidad. Una vez más actividades separatistas en forma de cenas reales o virtuales, grupos de discusión y sesiones de toma de conciencia son posibles. Filosofías esencialistas representadas en el body art, cunt art, y de mantenimiento de identidad combinadas con nociones construccionistas de desarrollo de identidad. Una anarquía epistemológica y antológica que es celebradora y abierta a cualquier posibilidad está abriéndose camino a través del cybefeminismo. El dogma tiene todavía que solidificarse. Al mismo tiempo, el territorio es hostil, puesto que la edad de oro de la información no será cedida a las mujeres sin lucha. Para colmo de males, un gran peaje vigila el acceso a este nuevo territorio. Su función es cobrar tributos de cada entidad particular, clase, o nación que intente entrar. El precio de entrada para particulares supone obtener educación, hardware y software; el de las naciones comienza por tener una infraestructura aceptable y en menor medida por tener una ideología aceptable. Consecuentemente, también se esta repitiendo un ciclo más negativo, pues las mujeres que han encontrado su camino en los cyberterritorios son generalmente aquellas que tienen ventajas económicas y culturales en otros territorios; estas ventajas son concedidas por su posición social, ventajas vinculadas íntimamente a la posición cultural y la raza. Cómo estos grupos ayudan a abrir las fronteras para otros grupos sin derecho a voto, debe ser preguntado ¿qué clase de ideología y estructura espera a los recién llegados? ¿Habrá una repetición de la primera y segunda ola del feminismo en el ruedo político y económico? ¿El cyberespacio y sus instituciones serán capaces de enfrentarse con una casa de diferencias? Conociendo y entendiendo la historia de la lucha de las mujeres (junto con otras luchas de relación de razas y clases) es esencial -no sólo como un recurso de estrategias y tácticas, no sólo como una respuesta táctica que pueda mejorar los usos del cybergénero, sino también para ver que las nuevas construcciones de género que vuelven a marcar la totalidad de este nuevo territorio (no sólo dominios virtuales) no caigan en el mismo ciclo como en el pasado.
Consideremos este ejemplo. En Estados Unidos, la tercera ola de “actividad” alcanzó su punto álgido 1991. Apenas tres años más tarde, esta visible resistencia se había apagado de nuevo, dejando continuos debates sobre feminismo sobre todo en la academia. En 1997, leyes del “bienestar social” federal fueron revocadas en todos los ataques a la red de seguridad pública para los pobres. Al mismo tiempo, una esforzada labor a través del “trabajo social” y el programa de prisiones había comenzado a intensificarse, y la expansión de la economía global electrónica del trabajo femenino en casa produjo una nueva ola de explotación de la mano de obra barata. Puesto que estas iniciativas tienen un efecto dramático sobre los pobres y las mujeres trabajadoras, uno puede pensar que estas serían las condiciones adecuadas para un nuevo frente popular de activismo y resistencia feminista. Sin embargo, el cuerpo social y la vida pública parecen tan fragmentados, alienados, estratificados, y distraídos por la economía de mercado, que todavía no hay signos de que tal activismo haya aparecido. ¿Es este problema en parte producido porque la vanguardia está tan pagada de sí misma que los asuntos de los pobres al no afectar a sus miembros no son causa para la acción? ¿Está este problema repitiéndose en el cyberespacio y en su industria?
[traducción: Ana Martínez Latorre]
Notas
* Justamente la posición del autor está clara. Nosotros no apoyamos una igualdad feminista reducida, por ejemplo, apoyar el sistema existente, pero creemos que debe haber igual representación genérica en todos sus territorios. Nosotros no apoyamos el pancapitalismo. Es un sistema depredador, pernicioso y sexista, que no cambio incluso si hay igual representación de género en las clases que hacen la política. Nuestro argumento aquí es que las mujeres necesitan acceso a los conocimientos y herramientas hasta ahora dominados por la despreciable “clase virtual (Kroker)”. Esto no significa sugerir que las mujeres forman parte de esta clase. Romper el “techo de cristal” y convertirse en una parte activa de la clase trabajadora que se beneficia de la jerarquía genérica no es una meta feminista, no es nada de lo que estar orgulloso.
** En su ensayo “The Future Looms: Weaving Women and Cybernetics”, Sadie Plant hila una génesis mítica para la convergencia de las mujeres y las máquinas en una cibernética feminizada, basada en el antiguo invento femenino del tejer artesano. Esta convergencia “esta reforzada por el cyberfeminismo... como una perspectiva que es recibida para el futuro”. En los años 70, la creación de una mitología femenina fue una inspiración y una parte necesaria para recuperar y escribir las historias de mujeres, y una honorificación de las invenciones de la cultura femenina y de la creación femenina (la matriz). El mitologización cyberfeminista es un signo bienvenido de inspiración y poder, y en este momento, tiene un buen sentido táctico. Cada trabajo ofrece una clara aplicación de una relación constructiva entre mujer y tecnología. Sin embargo, en un sentido político, la función de “mujer naturaleza” tiene sus límites. En este caso, esto muestra exactamente lo mismo que el tejer era una tarea triste y aburrida impuesta a los sin voto (desposeídos) (Esta tendencia al aburrimiento y a la alienación en el trabajo como un territorio de los que no tienen poder esta ciertamente repitiéndose en la tecnocracia capitalista). Como la crítica feminista aumenta en complejidad y de la misma forma en ambigüedad, la mitología actual del cyberfeminismo tendrá que comprender como lo hizo el matriarcado de Creta y la iconografía cunt a finales de los años 70.
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