7 de marzo de 2008
7 de marzo a las 20 horas, de la Plaza de Jacinto Benavente a Atocha. MI CUERPO, MI DECISIÓN, NUESTRO DERECHO
Estamos asistiendo a un fuerte debate social, político e ideológico sobre el aborto. No es nuevo. Hace más de 25 años que el derecho a la libre interrupción del embarazo ha formado parte de las reivindicaciones del Movimiento Feminista como derecho de las mujeres a controlar nuestro propio cuerpo y decidir sobre nuestra vida.
Se han conseguido cambios, pero aún estamos lejos de alcanzar lo que exigíamos entonces. Hoy como ayer nos siguen negando nuestro derecho a decidir. La Iglesia Católica oficial y sus elementos afines, junto con la derecha más reaccionaria, se han constituido en los portavoces feroces de posiciones fundamentalistas. La inhibición cobarde del gobierno socialista ha permitido a estos agentes iniciar una campaña de criminalización social de las mujeres que legítimamente estamos ejerciendo nuestro derecho al aborto. Denunciamos que el derecho a decidir está siendo utilizado como moneda de cambio en la negociación política de partidos y agentes sociales.
NUESTRO CUERPO, NUESTRO DERECHO
Nuestro cuerpo nos pertenece, nos da placer, nos comunica con nosotras mismas y nos pone en relación con el mundo. Decidir sobre nuestro cuerpo es un derecho fundamental. La propuesta moral y social que va contra este derecho se nasa en el sometimiento de las mujeres a los varones. De ahí la necesidad de controlar nuestros cuerpos, tutelamos en nuestras decisiones e identificamos en tanto que madre y esposas.
Estas ideas siguen latentes hoy de forma más velada. Persiste el control de nuestros cuerpos y nuestra sexualidad. Se nos sigue tratando como menores de edad, necesitadas de tutelaje y protección por parte del Estado, parejas, jueces y curas. Los poderes públicos siguen negándonos autoridad moral y capacidad para decidir sobre nuestras vidas.
La maternidad no es el “destino natural” de las mujeres. Es una opción tan legítima como la interrupción del embarazo. El aborto es una opción ante un embarazo no deseado. Es pues el embarazo no deseado el problema que queremos solucionar.
Cuando las mujeres elegimos parir, adoptar, cuidar de otros cuerpos (infantiles, maduros o ancianos), cuidar de nuestros propios cuerpos, en ocasiones se nos castiga o ignora, en otras, se nos impone cuidar como una responsabilidad individual. Pero no se nos reconoce el derecho a nuestra libre decisión ni se garantizan los recursos necesarios para sacar adelante nuestras decisiones.
NORMALIZAR LA PRÁCTICA DEL ABORTO
Hoy día en nuestro país las mujeres no podemos ejercer libremente el derecho al aborto en la Red Sanitaria pública como cualquier otra prestación. El 97,1% de las interrupciones voluntarias del embarazo se realiza en centros privado. Sólo el 2,9% se realizan en hospitales públicos, lo que no significa la privatización de este servicio.
Las mujeres que decidimos interrumpir nuestro embarazo voluntariamente encontramos a menudo una cultura negativa respecto al aborto que nos estigmatiza, influyendo en nuestra consideración social.
El recorte presupuestario de servicios sociales se ha traducido para las mujeres, entre otras cosas, en la falta de Centro públicos de Salud Sexual y Reproductiva. En ninguna Comunidad Autónoma se financia la anticoncepción hormonal de última generación, sin embargo, las asociaciones anti-elección reciben cuantiosas subvenciones, como ocurre en la Comunidad de Madrid.