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Que Dios nos coja confesadas

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Carta a Las Feministas: sobre los errores doctrinales y de interpretación del Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI.


Nos, Las Feministas, invocando los principios que guían nuestro hacer -igualdad, libertad y justicia- alertamos sobre el peligro que nos asiste a las mujeres al ser elegido Joseph Cardenal Ratzinger como nuevo Papa. Nos, Las Feministas, sabemos que los valores, tanto morales como políticos, de la igualdad y la libertad son falazmente cuestionados por discursos religiosos que pretenden interrumpir de continuo la marcha de la humanidad hacia modelos de democracia más perfectos.

Por ello, Nos reprobamos y condenamos la elección del Cardenal Ratzinger como Papa de la Iglesia ya que en sus textos hemos podido detectar los siguientes errores doctrinales y de interpretación que suponen un paso atrás en el camino hacia la igualdad de mujeres y varones.

Sobre la “naturaleza de la mujer”

Nos, Las Feministas, reconocemos nuestra ignorancia -a diferencia de la Curia y el docto varón Ratzinger- al no poder definir con precisión cuál sea la “finalidad genuina de la Mujer” [1]. Nos, Las Feministas, entendemos que muchas almas necesitadas se sientan confusas al no hallar respuesta a la cuestión del “genio de la mujer” [2], pero no por ello deberían abrazar posturas dogmáticas que dicen clarificar la cuestión en los términos siguientes: “el Génesis deja entender cómo la mujer, en su ser más profundo y originario, existe «por razón del hombre»” [3]. Nos sabemos, acogiéndonos de nuevo a los dictados de la igualdad y la libertad, de la falibilidad de tales dogmas pues parten de ideas nocivas como la “predeterminación biológica” [4], negando con ello la posibilidad de evolución moral de la especie humana.

Nos, Las Feministas, hemos aprendido a rechazar todo discurso que no soporte la luz de la razón, por eso Nos hemos dado en considerar que son irracionales todas aquellas disposiciones que nos obliguen a actuar de determinadas maneras con el único argumento de que tales obligaciones son “disposiciones originarias del Creador que no podrán ser nunca anuladas” [5] Queden pues todas las mujeres exentas de cumplir tales mandatos.

Sobre la “consecuencias deletéreas de la igualdad” [6]

A Nos, Las Feministas, El Cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, nos acusa, por esgrimir el valor de la igualdad, de los siguientes males: responder al abuso de poder de los varones con una estrategia de búsqueda de poder, ser las causantes de la “confusión deletérea” en la antropología, destruir la estructura tradicional de la familia, equiparar la homosexualidad a la heterosexualidad, negar la “predeterminación biológica”, intentar revisar las Sagradas Escrituras por transmitir una concepción patriarcal de Dios y considerar irrelevante que el Hijo de Dios haya asumido la naturaleza humana en su forma masculina [7]. En definitiva, Nos somos vistas bajo la figura de Eva causante de los males humanos. Pero Nos rechazamos tal admonición porque no consideramos que de la igualdad se deriven males, sino bienes y nada de lo enumerado anteriormente resulta mortífero para la humanidad, antes bien lo que resultó letal para la humanidad fue la negación de que todos los seres humanos somos iguales.

Sin embargo a Nos, Las feministas, nos preocupa la salud del cardenal Ratiznger porque en la lista de lo que él llama “males” y Nos llamamos derechos se olvidó de incluir que también La Iglesia nos considera a Nos, Las feministas, “destructoras de las Naciones” :”Somos conscientes de que ya muchas veces el Santo Padre, y siguiendo sus huellas el Pontificio Consejo para la Familia, se ha pronunciado sobre las “ideologías del género” que no son sólo anti-vida y anti-familia, sino que son también destructoras de las naciones”. [8]

Sobre el “sacerdocio femenino”

Nos, Las Feministas, entendemos que las mujeres pueden ser divergentes cada una en sus fines y algunas de ellas apetecer del sacerdocio, esto es, de ser la voz de Dios en la tierra. Comprendemos que tomar como modelo a María, “con sus disposiciones de escucha, acogida, humildad, fidelidad, alabanza y espera” [9] pueda resultar un modelo en extremo pasivo y frustrante para algunas mujeres y apetezcan más el modelo encarnado en Jesucristo con sus disposiciones, reconocidas por todos, de oratoria, magnanimidad, fuerza de carácter y genio inquisitivo y resolutivo. Si el modelo apetecido no es otro que el de un papel más activo en el seno de la Iglesia, nada podemos hacer con las objeciones presentadas por el Cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, ya que sólo él tiene la clave de la siguiente adivinanza: “el hecho de que la ordenación sacerdotal sea exclusivamente reservada a los hombres no impide en absoluto a las mujeres el acceso al corazón de la vida cristiana. Ellas están llamadas a ser modelos y testigos insustituibles para todos los cristianos de cómo la Esposa debe corresponder con amor al amor del Esposo” [10].

Nos, sintiéndonos incapaces de descifrar a qué estamos “llamadas” las mujeres, preferimos traer a feliz memoria a Edith Stein, canonizada por Juan Pablo II, para hacernos eco de sus palabras en cuanto a la cuestión del sacerdocio femenino: ”Desde el punto de vista dogmático no me parece que existan razones que impidan a la Iglesia actuar sobre esta innovación a la que hasta ahora no se ha querido escuchar. Si esto sea recomendable desde un punto de vista práctico, hay motivos a favor y en contra” `` Edith Stein, Vocación del hombre y de la mujer según el orden de la naturaleza y de la gracia en La mujer su naturaleza y su misión, pag. 79, Monte Carmelo, Burgos, 1988.]]. Las objeciones al sacerdocio femenino son sólo de hecho y en nada alteraría la Revelación y el Dogma que las mujeres pudieran ejercer el sacerdocio.

Sobre la “insana libertad de opinar” [11]

En la Historia de la Iglesia, Nos, Las Feministas, sabemos que el nombre tomado por un Papa indica cuál va a ser su línea de actuación. En estos tiempos mediáticos oiremos que el anterior Benedicto (1914-1922), Benedicto XV, fue el Papa “pacifista”. Nos estamos obligadas a traer a la memoria el credo dogmático de Benedicto XV, para que el sobrenombre “pacifista” no esconda al Papa que fue. Benedicto XV consideraba la “absoluta inmunidad de cualquier error por parte de las Escrituras” y suponía, al igual que el hoy Benedicto XVI, que cualquier controversia o disquisición se zanjaba recurriendo a dos sagrados argumentos: «escrito está y conviene que se cumpla la Escritura» [12] y «Esto no lo admite la Iglesia de Dios» [13]. Sobre estos pilares Benedicto XV edificó su Iglesia, calificando, entre otras cosas, como “insana” la libertad de opinar.

Nos, Las Feministas, sabemos, porque lo sufrimos, como nuestra opinión sobre los hechos del mundo ha sido y es tildada de “insana”, “radical”, “extremista” y “destructiva”. A pesar de los ataques y del uso de adjetivaciones tan vagas como “radical” o “extremista” o tan inexactas como “insana” o “destructiva”, Nos seguiremos denunciando los errores doctrinales, políticos, científicos, culturales y mediáticos que impidan la igualdad de los sexos, pese a las injurias descritas, y pese a que los medios de comunicación, que dicen ser plurales, no dispongan nunca de un espacio para Nos, Las Feministas.

Dado en “Mujeres en Red”, por Alicia Miyares para la justa aprobación del Espíritu Santo -ausente de Roma durante la elección del nuevo Papa- y para que sean oídas las justas críticas después de dos mil años de silencio divino sobre la voz de las mujeres.

Notas

[1] J. Ratzinger , “Carta a los obispos de la iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo”, # 1. 31 de Mayo de 2004.

[2] Juan Pablo II, Carta Apost. Mulieris dignitatem, 15 de agosto de 1988.

[3] J. Ratzinger, Op. Cit., # 6.

[4] J. Ratzinger, Op. Cit., # 3.

[5] J. Ratzinger, Op. Cit., # 6.

[6] J. Ratzinger afirma que la igualdad introduce en la antropología una “confusión deletérea”. Op. Cit., #2.

[7] J. Ratzinger, Op. Cit. #1.

[8] Pontificio Consejo para la Familia, Familia y derechos humanos, 74 y 75.

[9] J. Ratzinger, Op. Cit., # 16.

[10] J. Ratzinger, Op. Cit. # 16.

[11] Benedicto XV, Spiritus Paraclitus, # 29

[12] Benedicto XV, Op. Cit. # 28

[13] Benedicto XV, Op. Cit. # 40



2005-04


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