Miembro de la Red Feminista de Organizaciones contra la Violencia de Género y responsable del Programa de Violencia de Fundación Mujeres plantea los retos que para el profesorado tendrá esta nueva ley, recordando el problema de fondo: el sexismo que el sistema debe empezar a cuestionarse. La coeducación, opina Álvarez, es fundamental.
Cuando las organizaciones de mujeres hablamos de prevención de la violencia contra las mujeres lo hacemos partiendo de un marco conceptual que explica el origen y los factores clave que permiten y fomentan estas actitudes delictivas hacia las mujeres. Y sabemos que el sexismo juega un papel determinante ya que es precisamente el sexismo una discriminación que atenta contra la integridad de las personas de uno u otro sexo biológico al imponer y asignar determinados modelos.
En las intervenciones y estrategias para frenar la violencia de género hasta el momento no se han puesto en marcha medidas sostenidas de largo alcance que actúen sobre el conjunto de la población y contra la variable que la etiología de la violencia identifica como el principal factor de riesgo: el sexismo.
El sexismo, potenciador de la violencia
Ya sabemos que las manifestaciones sexistas, presentes en los seres humanos (pensamientos, conductas, actitudes) se fundamentan en un porcentaje significativo en el sistema de creencias de las personas. Y las creencias, los pensamientos, la conceptualización se aprenden a lo largo del proceso de socialización de los seres humanos y en ese proceso, la escuela se presenta como uno de los tres pilares esenciales. Un sistema educativo que sustente supuestos sexistas potenciará la aparición de comportamientos discriminatorios por razón de género en las relaciones sociales del sujeto y apuntalará el desequilibrio necesario para generar vulnerabilidad de las mujeres a la violencia.
A modo de resumen podríamos decir que el sistema de creencias es el factor clave que explica la aparición de manifestaciones deterministas para ambos géneros. Ese determinismo es la herramienta de discriminación que permite y legitima la utilización de violencias contra las mujeres, por eso la escuela, debe dejar de dar aliento a esa concepción del mundo que determina la vida en función del sexo.
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