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[Por Irene León ]

La guerra cognitiva y su propuesta de daño estructural

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Así como en el siglo XX se colocó a la ‘conquista de mentes y corazones’ en el centro de la perspectiva comunicacional, que actuó como línea estratégica complementaria a los operativos de shock consustanciales a la implantación del neoliberalismo, en la actual fase del capitalismo emerge la guerra cognitiva, como estrategia para obtener el control individual y colectivo, considerado indispensable para transitar hacia los nuevos requisitos de individualismo y competencia, que exige la implantación del mercado total.


La guerra cognitiva también se muestra como estrategia ineludible para el segundo objetivo planteado por los actores del capital: la eliminación de toda alternativa antisistémica. Con ese fin, está en curso un despliegue de operaciones de adoctrinamiento anti-alternativas y de disciplinamiento a los dogmas del libre mercado, que se encaminan principalmente a través de las redes digitales. Se trata de una estrategia sostenida y de largo alcance que, en su etapa avanzada, exhibe como posibles resultados desde la pérdida de la voluntad colectiva y la fractura o implosión de una sociedad, hasta diversos niveles de autodestrucción individual y colectiva, pasando por daños irreversibles en el cerebro de las personas. Según fuentes de la OTAN la guerra cognitiva se define como:

El conflicto en el que la mente humana se convierte en el campo de batalla y cuyo objetivo es el de cambiar no solamente lo que la gente piensa, sino también cómo actúa, lo que, llevado a cabo con éxito, moldea e influye en las creencias y comportamientos individuales y grupales para favorecer los objetivos tácticos o estratégicos de un agresor. En su forma extrema, la guerra cognitiva tiene el potencial de fracturar y fragmentar a toda una sociedad, de modo que ya no tenga la voluntad colectiva de resistir a las intenciones de un adversario, de manera tal que un oponente puede llegar a someter a una sociedad sin recurrir a la fuerza o la coerción directas” [1]

Otras fuentes la definen también como “un nuevo tipo de conflicto consistente en la militarización de la opinión pública por parte de entidades externas, cuyo propósito es influir y/o desestabilizar una nación”. [2]

Para llevar a cabo esos propósitos desestabilizadores de la mente y los comportamientos, esta guerra acude a un enfoque multidisciplinario donde intervienen la comunicación, la neurociencia, la sociología y una diversidad de componentes de tipo no cinético, tales como operaciones psicológicas, operaciones de información y operaciones cibernéticas.

De este entorno multidisciplinario han surgido incluso nuevas disciplinas, por ejemplo, la agnotología, que es la ciencia de la producción de la ignorancia que, en sentido opuesto a las pedagogías para propiciar la universalidad de la alfabetización, estudia “los medios para propagar la ignorancia en un objetivo de manipulación del espíritu” [3] En esta línea podría contribuir la propagación de la ‘cultura VR’ -los juegos de realidad virtual- y otras formas de ludopatía que subyugan el cotidiano con historias estereotipadas y circunstancias triviales, en las que intervienen más los estímulos sensoriales que el uso de las neuronas.

Otras ‘disciplinas’ como las relacionadas con la creación de simulaciones y falsedades, han ganado tanta importancia que cuentan inclusive con una diversidad de subdisciplinas.

La guerra cognitiva ha innovado al redefinir el lugar jerárquico de la verdad y la mentira. El uso de la mentira domina tan facilmente como se puede mentir diciendo la verdad. Montaigne recuerda la distinción entre decir una mentira y mentir. Además, querer y poder mentir confiere una calidad superior según el Hipias menor. La mentira, considerada como pecado original por las religiones, está en el corazón de la acción económica y del auge del capitalismo [4]

Esto último se verifica cotidianamente en el campo de la información, donde las noticias falsas o la difusión de datos apócrifos se han posicionado como una forma de hacer comunicación. Igualmente, una batería de inexactitudes figuran como elementos constitutivos de la economía especulativa, donde los intercambios, como aquellos de la bolsa de valores, no reposan necesariamente en respaldos reales sino en simulaciones digitales.

Con esos ingredientes “éticos”, los estudiosos y estrategas en materia cognitiva coinciden en que el mayor desafío radica en la guerra de percepciones. De ahí la relevancia acordada a la ingeniería de las percepciones, especialidad que se ocupa de cambiar aquello que antes era entendido como una sensación personal para transmutar hacia emociones uniformes de miedo, odio o similares. A través de las redes digitales, percepciones, sensaciones y emociones son dilucidadas como un campo de acciones múltiples para actuar sobre el espíritu:

Siendo consecuentes con lo anterior, podríamos afirmar que la naturaleza de la guerra cognitiva es diferente a cualquier otro tipo de guerra, ya que, en lugar de obligar a nuestro adversario a hacer nuestra voluntad, el objetivo es lograr que el enemigo se destruya a sí mismo desde adentro, dejándolo incapaz de resistir, disuadir o desviar nuestros objetivos” [5] . Entre los procedimientos para fomentar la autodestrucción y la polarización extrema, figuran operativos tanto endógenos como exógenos para afectar la productividad, los procesos distributivos, el acceso a productos básicos y otros. Se avizora que al incentivar las carencias se obtendría la pérdida de la cooperación, pues la población abrumada por problemas materiales sería menos proclive a interesarse en objetivos colectivos y menos aún en objetivos nacionales. De manera complementaria, se exhiben operativos para fragilizar los procesos organizativos y de unidad “acelerando las divisiones preexistentes o introduciendo nuevas, propiciando el enfrentamiento entre los diferentes grupos que conforman una sociedad y el incremento constante de la polarización.” [6]

Con el recurso a la agnotología y el individualismo se espera consumar el desinterés en lo colectivo, principalmente en la política, pero también en lo social e incluso en las expresiones culturales que no se organizan desde el mercado. Hay un despliegue táctico especial para poner una fecha de vencimiento a la política, previamente debilitada tanto por la demonización aplicada en el transcurso del neoliberalismo como por la extrema mercantilización actual. En la comunicación política, altamente comercial, los lenguajes y los símbolos siguen esa misma matriz. Es el caso de los procesos electorales, donde muchos actores políticos siguen modelos discursivos apegados a las técnicas de la guerra cognitiva, con el fin de modular las percepciones de la opinión pública y ensanchar su votación “…se trata de recursos comunicacionales orientados a obtener una superioridad cognitiva sobre los adversarios, acudiendo a representaciones culturales que persiguen la captura cognitiva de las masas” [7]

Algunas líneas de acción defensiva

Diversos gobiernos occidentales coinciden en que la guerra cognitiva es una nueva forma de amenaza contra la paz, la seguridad y la defensa nacionales. Coinciden igualmente en que su comprensión del fenómeno y el delineamiento de políticas defensivas han llegado tarde, pues se estima que estos operativos, en la forma como se expresan ahora, están en curso desde 2017 [8] , pero que también se realizaron operativos análogos desde hace mucho, con varios modelos comunicacionales menos focalizados en las culturas digitales. A la vez, como intervienen en esta actores heterogéneos, privados y gubernamentales, difíciles de discernir, la medición de su impacto se vuelve compleja.

En el pasado, la seguridad cognitiva era vista como un tema de ciencia ficción, ya que había muchas dudas sobre las capacidades de los sistemas de información para manipular tan profundamente a la gente, pero con el asombroso avance de la Inteligencia Artificial y el Machine Learning existen hoy herramientas poderosas de simulación y Deep Fake que pueden convencer hasta los más incrédulos [9]

Se considera que el diseño de estrategias defensivas es complejo, porque el campo de acción de esta modalidad de agresión tiene que ver con la mente, los comportamientos y el espiritu, que es un dominio poco conocido en el campo defensivo convencional. “La guerra cognitiva se centra en atacar y degradar la racionalidad, lo que puede conducir a la explotación de vulnerabilidades y al debilitamiento sistémico. Sin embargo, esto se vuelve cada vez más complejo en la medida que se trata de objetivos no militares”. [10]

Por nuestra parte, enfatizamos en la urgencia de cambiar el sistema capitalista, pero mientras tanto, ante una guerra que sintetiza todas las formas de ignominia, urge el despliegue de iniciativas de alerta temprana, acciones preventivas y estrategias de resiliencia, especialmente en aquellos países que, como en el caso de Venezuela, muestran indicios de estar siendo atacados desde varios centros de gravedad. Igualmente, los movimientos sociales, las instancias de comunicación, culturales, sociales e incluso las familias, podrían desarrollar iniciativas para fomentar el pensamiento propio y crítico, que resulta crucial para fortalecer las capacidades de deliberación personal, indispensable para reconocer y bloquear los ataques cognitivos. No quedan dudas, es indispensable cerrar filas en defensa de la humanidad.

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La guerra cognitiva y su propuesta de daño estructural

P.-S.

Publicado en Voces del Periodista 499 - Edición 499 Marzo 2025

Extracto de León, Irene (Comp.) (2025). Las derivas autoritarias del capitalismo, Vadell Editores. Caracas (En imprenta)

Notas

[1] John Hopkins University & Imperial College London (2021) Countering cognitive warfare: awareness and resilience. En NATO Review. 20 may 2021, pg 1 (traducción propia)

[2] Hernández Vargas, JR; Freitas de Souza Lima (2023). En Universidad John Hopkins, la Universidad Técnica Checa de Praga, el Colegio Imperial de Londres y el Instituto de Tecnología de Georgia. La guerra cognitiva y nuevas formas de amenazas a la paz y a la seguridad y a la defensa nacionales

[3] Jamon, Loik. (2022) Comment la guerre cognitive a gagné en popularité. École de guerre économique

[4] La revue d’histoire Militaire (2023) L’attaque des cerveaux : qu’est-ce que la guerre cognitive ?

[5] Bernal, A.; Carter, C.; Singh, I.; Cao, K. y Madreperla, O. (2020). Cognitive Warfare. An Attack on Truth and Thought. Johns Hopkins University y North Atlantic Treaty Organization.

[6] Hernández Vargas JR, Freitas de Souza Lima L (2023) La guerra cognitiva y nuevas formas de amenazas a la paz, la seguridad y la defensa nacionales

[7] Arnaud de Morgny (2024) Recours aux concepts et techniques de la guerre cognitive dans le champ politique français. École de Guerre Économique, France.

[8] Claverie, Bernard ; Cluzel François (2023) The Cognitive Warfare Concept. NATO Innovation Hub.

[9] Ray Alberto (2022). Seguridad cognitiva. Ultima línea de defensa.

[10] NATO REVIEW. Protecting the Alliance Against the Threat of Cognitive War. Of individuals and populations. https://www.act.nato.int/activities...



2025-03


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