La llegada de las mujeres a los centros de decisión económicos debería significar básicamente que, en primer lugar, se opera un cambio drástico en la escala de valores y en el modo de entender y regir la economía.
Las mujeres van ocupando lugares en los parlamentos y sillas en los ministerios: de una manera más explícita son ya una realidad importante en el poder local. Pero siguen ausentes de los grandes centros económicos de decisión, revelando con ello el escaso tallaje de nuestro empoderamiento.
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