Por Silvia Blanco
La energía llegó con Respect, el tema de Aretha Franklin interpretado con la elegancia de La Nuit. Acababa de empezar Fémina, un concierto con seis puntales del rap en español hecho por mujeres, para concienciar contra la violencia de género. Tacones en el escenario y letras con impacto: "Puedo realizar todos mis sueños, / los que tú pretendes controlar", cantaba De Lux. "Hay que ser valiente", rapeaba Shuga, pese a la gripe que, según ella, le convertía la voz en una "Carmen de Mairena del hip-hop". "¿A quién le importa? / ¿por qué no acaba el terror? / ¡Escúchame!", espetaba al público Denoé. "¡Aquí luchadora!", gritaba Ari.
Todos los mensajes rimaban anoche en la sala Caracol de Madrid. Llena de veinteañeros bailando soul y funky sobre bases poderosas para acomodar las frases de combate.
"Mi hip-hop no es de compasión, ni de ’pobrecitas mujeres’. Trata de respetarnos a nosotras mismas y de que nos respeten". Habla Dnoé, una rapera de 31 años criada en Vallecas. Ella también ha sufrido malos tratos. Y anoche despuntó con su lírica directa, con temas de su disco En qué piensan las mujeres. "Yo sé lo que es [la violencia contra las mujeres], pero no soy fatalista. Si con mis canciones puedo salvar a una, es suficiente. Muchas me escriben al Myspace y me cuentan. No soy psicóloga, pero compongo a partir de lo que vivo, de lo que siento, de lo que me rodea".
Este año en la VII edición del festival Fémina -creado para impulsar a las artistas- y promovido por la fundación Autor, ha escogido el hip-hop para concienciar contra el maltrato a las mujeres. Y lo ha hecho porque busca conectar con la gente más joven. "La sensibilización y la educación es lo que va a lograr combatir este problema. Ellos son el futuro", dice Katlyn Saba, responsable de la organización del festival, que ya va por su séptima edición. El concierto que arrancó anoche en Madrid llegará a otras ciudades. "Miembros de la ONU me contaron que el hip-hop se había probado muy útil a la hora de concienciar sobre temas sociales. Ellos lo hicieron en Suráfrica, con el sida, y funcionó".
Está claro que, en esta ocasión, se ha buscado un público joven. A los fines educativos se está encaramando una realidad contundente. "Cada vez hay más chicas jóvenes que denuncian, entre los 20 y los 30 años", explica María Cortijo, la coordinadora de los talleres de prevención de la violencia machista a los que se destina la recaudación de los conciertos.
Las chicas tampoco lo han tenido muy fácil en el mundo del hip-hop. "Es un movimiento de tradición muy machista, pero está cambiando bastante", reconoce Salvador Torrás, responsable del conocido festival barcelonés Hipnotik. Ellos son coorganizadores del concierto y los encargados de escoger a las artistas, todas consolidadas y con disco en el mercado. También presentaron un proyecto de disco, Rimas contra la violencia de género, que aún no tiene fecha de publicación. En él van a participar las seis artistas que actuaron anoche, junto a otras como Mala Rodríguez o Vanexxa, con canciones inéditas compuestas expresamente para ese disco.
La barcelonesa Shuga, de 30 años, negó, horas antes del concierto, haber encontrado obstáculos en el rap por ser mujer. "Creo que a ellos también les gusta ver a una mujer con fuerza, que se expresa, en el escenario. Lo único machista del hip-hop puede ser el rollo gansta [una variante estadounidense que surge de las bandas: violencia, dinero fácil y sexo]. Y, desde luego, el reggaeton".
Nada de derrota. En las letras de las canciones de anoche no había fatalismo. "El mensaje es que tienes que salir al balcón de la vida y no dejar que te humille nadie", comentó Shuga. "Las mujeres nos estamos independizando. Cada vez más tiramos pa’lante solas. He tenido amigas a las que su novio les ha pegado, gente que me parecía impensable que les pudiera ocurrir, con su personalidad", contaba Arianna Puello, Ari, de 30 años, durante las pruebas de sonido. La canariona La Nuit, de 25 años, explora en sus rimas la idea de la autoestima, en la de "buscar las fuerzas de dentro". Anoche, con el público jaleando, una de sus letras, de Mil razones: "Ve más allá de lo que tus ojos te dejan ver/ sé mucho más de lo que ellos te digan que puedes ser".
Diez euros contra Blancanieves
Con los 10 euros que cuesta cada entrada al concierto se combaten los tópicos y creencias machistas instalados en el imaginario de los adolescentes. Y se hace en los institutos, con chavales de 14 a 17 años. "Hemos visto que los mitos del amor romántico están intactos entre los adolescentes, como en Blancanieves y los siete enanitos. Muchos mantienen valores de hace 20 años", comenta Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujer. A su programa educativo para prevenir la violencia de género va a parar la recaudación de los conciertos.
Los talleres se imparten sobre todo en la Comunidad de Madrid, y llegan a unos 5.000 chavales cada año, en institutos, por ejemplo, de Alcobendas, Fuenlabrada o Parla.
El estereotipo más extendido -e interiorizado- por los chicos es aquel de "se pega a las mujeres porque provocan", explica María Cortijo, la coordinadora de los talleres de prevención. En las chicas, "pervive esa idea de que por amor hay que aguantar, hay que sufrir. Esta idea está en las películas, en las canciones... es algo muy arraigado, al igual que los celos como prueba de amor, o que los celos justifican una agresión", añade.
El programa, que se ha ido aplicando durante cinco años, se organiza en dos sesiones de tutoría en dos semanas consecutivas. Cien minutos para descubrir qué papeles asigna la sociedad a la mujer y al hombre, y para descubrir el absurdo. Lo hacen a través de debates. Ellos mismos expresan sus opiniones y las contrastan con los demás. La primera sesión se dedica a desmitificar la causa del maltrato. "Se explica que el motivo no es que el maltratador esté loco o tenga problemas con las drogas", dice Cortijo. En el siguiente taller, se profundiza en los indicadores de violencia machista.
"Damos pautas para que ellas estén alerta ante signos de dominio: espiar los mensajes en el móvil, el aislamiento progresivo, el ’no te pongas ese escote", prosigue Cortijo. Al final, "el mensaje es positivo: del maltrato se sale. Pero tienen que ver que esto no va sólo de señoras de 50 años con el ojo morado, sino que empieza a construirse en las relaciones desde ya".
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