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Martes 19 de diciembre de 2006

Sólo el 3% de los “honoris causa” de las universidades españolas son mujeres

CARMEN MORÁN - Madrid - 18/12/2006

Las mujeres con un doctorado honoris causa en la Universidad española no llegan al 3% de los concedidos. Esta prestigiosa lista en la que ha metido sus botazas más de un dictador apenas cuenta con un puñado de mujeres como Montserrat Caballé, Rigoberta Menchú, Nélida Piñon o Teresa Berganza. Hubo otras épocas, sí, pero la que ahora toca vivir no es mucho más justa con los méritos de las mujeres en el terreno académico o social. La histórica universidad salmantina, por ejemplo, sólo tiene dos mujeres entre sus 114 galardones: la científica Kirsten Kjelsberg y santa Teresa de Jesús.

El doctorado honoris causa no lleva aparejado cargo ni sueldo. Reconoce el prestigio y la labor desempeñada en cualquiera de los campos académicos, financieros o en el ámbito social. Por eso, en la lista de los honoris de las más grandes y antiguas universidades españolas hay prestigiosos científicos, literatos, economistas, políticos, artistas, monarcas. También hay dictadores, cuya aportación intelectual -no digamos la social- debió de poner en un aprieto al que glosara sus méritos en tan pomposa ceremonia. Pero pocas veces se les ha ocurrido a los que proponían a los candidatos pensar que la cabeza de una mujer también puede soportar el birrete más señalado de la universidad española. Este periódico ha seleccionado una decena de universidades entre las que están las más grandes y antiguas, una muestra que deja ver que apenas un 3% de mujeres han conseguido este doctorado desde los años veinte hasta nuestros días.

Méritos no les faltan, pero muy pocas han tenido el honor: las científicas Lynn Margulis y Margarita Salas, la soprano Montserrat Caballé, la activista Rigoberta Menchú, la pedagoga Marta Mata o la editora Carmen Balcells son algunas de ellas.

Pero hay muchas más que siguen invisibles. ¿Qué opinan los rectores de todo esto? "Me meto debajo de la mesa", dice de una forma bien gráfica el de Salamanca, Enrique Battaner. "Somos terriblemente conscientes de este asunto. El Centro de Estudios de la Mujer de nuestra universidad ya nos ha llamado la atención". Battaner cita los 230 catedráticos de su universidad, donde las mujeres no llegan a 40. Quizá ahí pueda encontrarse una de las causas por las cuales las mujeres no acaban de salir a la luz. Los departamentos son los que proponen a los candidatos, y los gobiernos universitarios o el conjunto de los doctores deciden, según los estatutos de cada universidad.

Una espina clavada

"Es una lástima, en mi mandato no llevo ninguna [mujer honoris causa] y he pedido que me hagan propuestas, pero no quiero interferir. Yo sólo hice una, la de Joan Manuel Serrat, pero es verdad que hay muchas mujeres valiosas por todo el mundo. Es una espina que tengo clavada", dice el rector de la Complutense, Carlos Berzosa.

"No hay novedad, esto es lo mismo que ocurre con los premios Nobel, en los que hay un 4% de mujeres, con el número de rectoras, cinco de 71, o con las reales academias. Son cifras demasiado repetidas. Y el tiempo sólo no las va a cambiar", avisa con insistencia Flora de Pablo, la presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas, AMIT. "Se necesitan acciones positivas intensas y espíritu de cambio. Sin eso no habrá un avance significativo. Es lo que han hecho en otros países y aún así el avance es lento. La universidad es muy resistente a los cambios, hay muchos intereses en juego. En lo que respecta a los premios, las mujeres lo tenemos peor porque no nos damos tanto autobombo. El mismo trabajo en las mujeres se infravalora y en los hombres se supravalora. Lo masculino tiene un plus de credibilidad y la universidad no está sujeta a un sistema meritocrático justo. La cooptación no siempre es legítima", explica De Pablo.

La directora de la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Educación, Capitolina Díaz, recita unos datos bien recientes: "En la universidad se licencian más mujeres que varones (60,5%) pero cuando leen la tesis, ya ganan ellos. Hay un 62% de profesores contratados y un 37% de mujeres y, cuando se llega a catedráticos las mujeres ya sólo son el 13,7%. Así va excluyendo la universidad a las mujeres. Y encima cuando premian a las mujeres, en lugar de singularizarlas las pluralizan, siempre son premios compartidos", resume. "O dan las gracias con insistencia a sus jefes", añade De Pablo.

La secretaria general de Políticas de Igualdad del Gobierno, Soledad Murillo, opina que "la universidad tiene que democratizar sus procesos". Cree que las mujeres que han trabajado por estas causas no han "negociado bien los reconocimientos que también tienen que recibir. Hay que pasar de la excepción a la regla", afirma.



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