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"Los demonios del eden: el poder detrás de la pornografía"

Escrito por Lydia Cacho

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Nombre: “LOS DEMONIOS DEL EDEN”. El poder detrás de la pornografía

Autora: Lydia Cacho

Editorial: Grijalvo

Si en su primera novela Lidia Cacho nos plasmó con absoluta crudeza los sentimientos y el drama de una mujer infectada de SIDA por su esposo. Lidia Cacho presenta ahora este nuevo libro en el que narra el caso real de decenas de niñas obligadas a tener sexo y ser grabadas.


PORNOGRAFÍA INFANTIL

Los demonios del Edén

Advertencia: no es un tema fácil. Habla de una sociedad adormilada que no mueve un dedo. Involucra a decenas de niños de hasta 5 años (mayoritariamente mujercitas); a policías y políticos corrompidos, y a redes de narcotráfico y pornografía infantil. Pero no es la trama de una película en cartelera. Es un relato de la vida real. Decenas de pequeñas fueron obligadas a tener sexo y a ser videograbadas por un enfermo, nada tonto, que, parece, hizo parte de su fortuna con esta atrocidad. Pasó en Cancún, México. Con autorización de la autora y de su casa editorial, Día Siete presenta este adelanto de un libro valiente que expone al público escenas de un infierno que, paradójicamente, se debe conocer: de otra manera está condenado a repetirse (en este instante), ahora en su ciudad, ahora en su manzana, ahora tras la puerta del vecino. TEXTO: LYDIA CACHO

Gabriela, ahora de 29 años de edad, casada y con dos niños, asegura que fue víctima de Succar hace 14 años. Que la llevó una amiguita de la escuela, junto con otras ocho niñas. De esas ocho algunas se quedaron y fueron forzadas por Succar a llevar a otras niñas y niños. Ante la pregunta expresa de cuántos menores creen que Jean Succar y Gloria Pita llegaron a fotografiar, y a forzar a tener sexo para grabar videos en esos tiempos, Gabriela, con los0 ojos arrasados de lágrimas, calcula que quizá se trate de cientos de criaturas.

Gabriela se niega a hablar con las autoridades; ahora es una mujer casada, vive en una bella casa de la zona hotelera de Cancún y sus padres, quienes pertenecen a la alta sociedad cancunense yucateca, nunca supieron nada. Está convencida de que Succar es intocable. Luego de haber visto la tortura pública a la que la Procuraduría de Justicia sometió a Emma y las otras niñas y sus mamás, ella se conforma con ir a consultar a su terapeuta a Mérida una vez al mes. Reza para olvidar y cuida a su hijo y a su hija de extraños y conocidos por igual. Según ella, nadie merece vivir lo que todas estas niñas y niños han pasado, pero el tema se considera tabú. Por eso ella rompió la tradición familiar y a sus criaturas les ha explicado lo que es el sexo y lo que es el abuso.

Escribir o leer un libro sobre el abuso y comercio de menores no es ni fácil ni agradable. Sin embargo resulta más peligroso para la sociedad guardar silencio sobre este fenómeno. Ante la muda complicidad de la sociedad y el Estado, miles de menores son víctimas de comerciantes que les convierten en objetos sexuales para la compraventa y disfrute de millones de hombres, quienes encuentran en el abuso sexual infantil y en la pornografía, un deleite personal sin cuestionamientos éticos.

Esta no es una historia de un viejo sucio que descubre que le gusta tener sexo con niñas hasta de cinco años de edad. Y aunque algunos fragmentos en voz de las víctimas son profundamente dolorosos, la valentía y claridad de testigos y especialistas, nos permiten ver la luz al final del camino y comprender más a fondo las implicaciones de la complicidad del silencio en el tema de la violencia y la explotación sexual.

El reto del periodismo es recontar historias humanas para comprender mejor el mundo que nos rodea; en ese sentido Los demonios del edén, cumple ese propósito: mostrar el mundo de las sombras al que diariamente, y sin saberlo, se enfrentan cientos de madres, padres e infantes que jamás creyeron que ellos o ellas pudiesen caer víctimas de un pederasta, de un experto en pornografía o de un violador.

La corrupción e ineficacia de las autoridades son responsables de que miles de víctimas y testigos de delitos graves en este país prefieran guardar silencio, antes de enfrentarse a la torpe maquinaria de la policía judicial. El caso Succar es muestra fehaciente de ello. El testimonio de más de una veintena de mujeres y niñas que se acercaron a las organizaciones no gubernamentales, e incluso a periodistas, podría facilitar el encarcelamiento de delincuentes de la talla de Succar Kuri y las mafias que lo protegen. Pero la estigmatización y revictimización sistemática de las y los denunciantes son ejemplares; los delincuentes aprovechan esta inseguridad y desconfianza como elemento de inhibición de las víctimas, en pocas palabras, como alimento de la impunidad.

Después de la tormenta

Jean Succar Kuri asegura de voz propia en el video grabado que siempre ha tenido sexo con niñas aun de cinco años de edad. A Gloria, su esposa actual, la conoció en Acapulco cuando tenía 15. Succar vivía dos semanas del mes en Cancún desde hace 20 años. El resto del tiempo viajaba a Los Ángeles, California, a Las Vegas, Nevada, a Hong Kong, y a donde sus negocios lo llevaran para traer consigo cuantiosas sumas de dinero en efectivo.

Jean Thouma Hannah Succar Kuri nació en Becharré, Líbano, el 19 de septiembre de 1944. En su adolescencia viajó a México y arribó a Guanajuato a hospedarse en casa de sus tíos. En 1985 llegó a Cancún.

Comenzó con una fuente de sodas en el aeropuerto de Cancún y un par de tiendas de playeras baratas para turistas. Años después era propietario de 50 villas y operador del Hotel Solymar. Tenía a su nombre tres tiendas de artesanías en el aeropuerto de Cancún y hasta la fecha es dueño del restaurante central del mismo aeropuerto, concesión que consiguió por medio de su amigo Alejandro Góngora. Asimismo, es propietario de un restaurante en Los Ángeles y de una mansión en esa misma ciudad norteamericana. Desde mediados del 2004 fue detenido en Chandler Arizona, a petición de la PGR y la INTERPOL; sigue esperando juicio de extradición para ser juzgado en México.

El 26 de marzo del 2005 el juez federal Amado Chiñas, denegó al mexico-libanés Jean Succar Kuri el amparo solicitado por sus abogados norteamericanos para liberar sus cuentas bancarias por más de 20 millones de dólares. ¿Cómo pudo este empresario cancunense amasar esa fortuna? El lavado de dinero, la pornografía infantil y la protección política de este pederasta develan un secreto hasta hace poco tiempo muy bien guardado; un secreto que incluye la protección de hombres de poder y explica cómo surge un grupo de crimen organizado, sin que la sociedad se entere hasta que es demasiado tarde.

Turismo sexual

La nueva era empresarial presenta la explotación sexual como un negocio sumamente lucrativo para las mafias que lo controlan. Se dice que el turismo es la empresa del siglo XX, a la cual acompaña la venta, desde sitios de Internet de fácil acceso, de tours paradisíacos con sexo pagado incluido para el viajero con mujeres exóticas, jóvenes y dispuestas. Casi nadie escapa de esta lacerante realidad: América Latina, Asia, Estados Unidos y Europa, África, Canadá, Oceanía. Según el Unicef, más de un millón de niñas y niños son robados al año para insertarles en el negocio del turismo sexual con infantes.

Según declaraciones del propio general Rafael Macedo de la Concha, la PGR investiga a Succar Kuri por ofrecer a sus niñas por vía cibernética para tender una red de turismo sexual infantil. A pesar de todo, las autoridades, muchos medios, e incluso especialistas de la sociedad civil organizada, llaman aún a este fenómeno “prostitución infantil”, lo que implica, de manera falsa pero inconsciente, que hay un intercambio de dinero y de voluntades entre un adulto que paga por tener sexo con una niña de 13, 14 o 15 años, quien es forzada a aceptarlo para que su explotador cobre.

La industria de la pornografía infantil, directamente relacionada con el abuso sexual, el secuestro (secuestro para fines sexuales) y la explotación infantil, genera ganancias multimillonarias y, al igual que la del cine pornográfico ya mencionado, se entrelaza cada vez con mayor desenfado con las industrias formales. Todo ello no sería posible sin tres elementos: la protección de hombres de poder al crimen organizado que sustenta estos males sociales, la corrupción del Estado y la visión androcéntrica que protege los intereses masculinos (se calcula que más de trescientos millones de hombres adultos en América Latina pagan por tener sexo con mujeres jóvenes [Agencia de las Naciones Unidas para la Mujer: UNIFEM]).

En algunos países árabes y del sudeste asiático, donde el patriarcado es notoriamente fuerte, la venta, utilización y castigo de niñas y mujeres son vistos con naturalidad. En el video grabado sin que él lo supiera, Jean Succar afirma que no es muy malo lo que hace. Durante una conferencia de prensa un agente de la PGR lanzó al aire un: “¿Y si en el Líbano es normal que se metan con niñitas?”, a lo cual nadie respondió.o

Lydia Cacho

Mexico, D.F., 1963. Es periodista y activista social. Dirige en Cancún un centro integral para mujeres víctimas de la violencia, CIAM, en el cual se atendió a varias de las víctimas del caso Succar. Es autora de la novela Las provincias del Alma (Demac 2003). Columnista política de La Voz del Caribe. Directora editorial de la revista Esta boca es mía: apuntes de equidad y género y conductora del programa de TV con el mismo nombre. Colaboradora de opinión en el noticiero Detrás de la Noticia con Ricardo Rocha. Especialista en temas de violencia y género para la Agencia de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM). Ha publicado más de dos centenares de artículos en diversos diarios y revistas del país. Es Consejera de la Universidad del Caribe. Cofundadora de la Red de Periodistas de México, Centroamérica y el Caribe y corresponsal de la agencia de noticias CIMAC.


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2005-11


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