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Las élites dan la espalda a la mujer europea

por Cristina Galindo/Ricardo M. de Rituerto. El País

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Algunas de las mujeres más poderosas de Europa están en pie de guerra por la escasez de candidatas para ocupar los dos más altos cargos de la UE. Sólo cuatro de los 21 países que han comunicado hasta ahora el nombre de su aspirante para integrar la futura Comisión Europea han elegido a una mujer. La falta generalizada de candidatas ha indignado a un grupo de eurodiputadas (y eurodiputados) -amenazan con bloquear el futuro Ejecutivo que debe nacer de la mano del Tratado de Lisboa- y ha puesto en evidencia que la teóricamente ejemplar Unión no es tan igualitaria como asegura ser.

La discriminación histórica de la mujer de los ámbitos de decisión política se está imponiendo frente a cualquier declaración de principios, incluida la del Tratado de Lisboa que va a entrar en vigor en breve. "Las instituciones reclaman por una parte la igualdad de oportunidades, pero cuando se llega a un cierto nivel, el número de mujeres desciende", dice Juana Lahousse-Juárez, que acaba de ser nombrada directora general de Comunicación del Parlamento Europeo. "Hay mucho recelo por parte de los políticos que toman los mandos; siguen existiendo los prejuicios en torno a la mujer", afirma Lahousse-Juárez, que en la actualidad es la funcionaria española de mayor nivel en la Administración comunitaria.

¿Quién esconde a las mujeres en Europa? El poder está en manos de hombres y ellos lo reparten, afirman las expertas consultadas. "Hay pocas candidatas para los altos puestos de la UE, porque también hay discriminación en las élites; es una situación heredada del pasado, de cada uno de los países", afirma la filósofa Amelia Valcárcel. La discriminación ya es un problema en los mandos intermedios. Éstos son una barrera para muchas mujeres, que por lo tanto llegan con dificultades a la cúpula, tanto en la política como en la empresa. "Las mujeres de la UE no están escondidas, sino que las están ocultando", sentencia.

Un buen indicativo es el hecho de que, pese a que en la larga vida de la UE se han aprobado directivas para casi todo, no hay ni una que garantice la igualdad entre hombres y mujeres -éstas suponen un 53% de la población europea- en los ámbitos de toma de decisión. "Es lamentable: no puede haber una democracia europea moderna sin igualdad de género. En la UE tenemos mujeres muy capacitadas y hay donde elegir, pero a veces da la sensación de que ningún currículum es suficiente", afirma la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, en una entrevista telefónica. "Todo esto es una clara muestra de que las cuotas son necesarias", añade.

Sólo cinco países de la UE han regulado por ley las cuotas. Uno de ellos es España. En resto se limita a dar libertad a los partidos para que garanticen un lugar mínimo a las mujeres en sus listas electorales. En algunos países, ni si quiera eso.

Cada vez son más las voces que piden que Bruselas pase de las palabras a los hechos y tome medidas similares. "Ya hemos tenido bastante con 50 años de gris y azul", afirma Pilar López-Díaz, profesora experta en comunicación y género, en referencia a los trajes de hombre que predominan en Bruselas. "Los varones llevan siglos aplicando sus reglas de discriminación positiva, que sólo les benefician a ellos; ellos se eligen entre ellos, se devuelven sus favores", añade López-Díaz, defensora de las cuotas. "Las mujeres que llegan a la cima son bastante buenas; muchas tienen más formación de la necesaria, y ni siquiera así son respaldadas", añade Valcárcel, que defiende la necesidad de crear una directiva que promueva una igualdad real.

Pese a los grandes avances registrados en los últimos años, la posición de la mujer en el ámbito político de la UE es todavía reducida. Tanto el presidente de la Comisión Europea, como el del Parlamento son hombres. Y todo indica que los otros dos altos cargos (presidente del Consejo y alto representante) acabaran siendo ocupados por hombres. "Qué fracaso que, entre esos cuatro puestos, cuatro, no haya ni una sola mujer", destaca Pilar López-Díaz.

Para algunos la política de cuotas es imperfecta, porque no siempre garantiza que el 50% de los elegidos en un partido sean mujeres (a veces, se las relega a los últimos puestos de las listas, con pocas opciones de ganar). Para otros, es simplemente una perversión. "A las mujeres hay que apoyarlas de otra manera, con medidas para que puedan conciliar la vida familiar y profesional, porque si hay cuotas siempre son cuestionadas, aunque sean personas muy válidas para el puesto", opina la escritora Ángela Vallvey.

La figura femenina más visible en la Unión es Angela Merkel: la única jefa de Gobierno europea dirige, además, la mayor potencia económica del Viejo Continente. Y, curiosamente, es la principal opositora al nombramiento de la ex presidenta letona Varia Vike-Freiberga por, según Merkel, su falta de experiencia ejecutiva. En declaraciones a The Times, Vike-Freiberga denunciaba ayer el machismo de los líderes europeos que dicen que "no hay mujeres cualificadas" para un puesto como el de presidente de la UE. Mientras, sólo tres países tienen presidentas (no ejecutivas): Finlandia, Irlanda y Lituania.

En la Comisión, la situación va a peor. A estas horas, sólo cuatro países (Bulgaria, Irlanda, Luxemburgo y Suecia) han presentado candidatas al Ejecutivo comunitario y otros cuatro (Chipre, Dinamarca, Grecia y Reino Unido) tienen aún que decidir. La Comisión saliente cuenta con ocho mujeres entre los 27 comisarios. En la elección de los comisarios hay un problema: cada país sólo puede elegir a un aspirante, con lo que es difícil que sea mujer. Los expertos consideran que sería mucho mejor dar a elegir entre dos candidatos: uno de cada sexo. Otro problema es que son los jefes de Estado o de Gobierno los que eligen a los candidatos, y en su gran mayoría son hombres.

El presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, ha comentado en privado su incomodidad que siente al tener que presidir "un Gobierno a la saudí". "Pues que se espabile, porque está entre la espada y la pared", decía ayer con tono proféticamente amenazador Isabelle Durant, europarlamentaria verde belga. "¿No decía que sería un presidente fuerte? Pues que lo demuestre y que pida a los otros jefes de Gobierno que le presenten un hombre y una mujer igualmente cualificados entre los que elegir el comisario correspondiente".

Durant participaba ayer en una protesta simbólica ante la sede bruselense del Consejo (oficinas de los Veintisiete en la capital europea), donde una veintena de mujeres de distintos grupos políticos de la Eurocámara se plantaron esgrimiendo sus currículos y demandando un empleo. Vestidas con traje y corbata, alguna con bigotes pintados, y Durant cubierta con un sombrero, todas mantenían la tesis de que "los hombres sólo piensan en los hombres para cubrir cargos". "Y hay mujeres muy cualificadas en todos los países", insistía Durant. "Lo que tienen que hacer Barroso y los Gobiernos es preocuparse por el asunto y buscarlas". "Lo ideal sería que hubiese un 50% de mujeres en la Comisión, pero pedimos un mínimo de un tercio".

"Los cargos de mayor poder siempre intentan quedárselos los hombres", opina Teresa Jiménez Becerril, eurodiputada del PP y miembro de la Comisión de la Mujer en el Parlamento Europeo. "Ni yo ni mi partido somos partidarios de las cuotas", explica, "pero lo que me parece increíble es que se reduzca el número de mujeres que ya son comisarias; debería subir, no bajar".

La francesa Michèle Rivasi cree que dos razones explican la ausencia en la escena pública: "La política ha sido hasta ahora un juego de hombres y es difícil cambiar las costumbres". Cree Rivasí que los cambios llegarán por vía legislativa, "por eso son necesarias las cuotas, que bien aplicadas deberían crear el semillero de mujeres políticas". "Los hombres deciden quién es competente y creen que no lo somos", afirma la eurodiputada finlandesa Anneli Tuulikki Jäätteenmäki. Cita a su compatriota, la presidenta Tarja Halonen, como mujer a la altura de los desafíos de la UE y también a la ex presidente letona Vaira Vike-Freiberga. Le cuesta encontrar mujeres para el cargo de alto representante.

En la cuestión de los nombres se atasca también Emilie Turunen, una danesa de 25 años. Pero remite a quien busque nombres de políticas a la dirección genderbalancedcommission.eu.

Pintarrajeada con unos barrocos bigotes, Turunen atribuye el ralo paisaje político femenino a "un problema estructural: entran poco a poco, pero en las posiciones de arriba hay hombres de 55 años que se reparten los cargos entre lo de su generación". Según ella, "los hombres piensan en la fuerza en términos casi físicos, mientras que ser fuerte es ser inteligente, ser capaz, estar dispuesto al compromiso".

Coincide con ella Amelia Andersdotter, de 22 años, que en 2010 será eurodiputada por el Partido Pirata (defiende la libertad en Internet): "Europa es muy conservadora, y eso dificulta que las mujeres tengan familias y carreras a la vez". También considera que la sociedad todavía está muy segregada socialmente - "las chicas siguen jugando con las chicas"- y eso impide la igualdad. Y concluye: "Al fin y al cabo, vivimos en un mundo de hombres".


Fuente: El País


2009-11


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