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Las cyborgs. Ciberfeminismo

2001

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¿ Por qué hay tan sólo unas pocas mujeres en posiciones visibles de liderazgo en el mundo electrónico? ¿ Por qué las mujeres programadoras y las hackers son sólo una pequeña minoría, frecuentemente considerada como una anomalía?

Ser grrrl significa ser una chica muy cool con tenacidad para “surfear” la Red, trabajar on-line con otras jóvenes y expandir la presencia de las chicas en las nuevas tecnologías de la información.

Una alianza entre mujeres, maquinaria y nuevas tecnologías esta surcando con graciosos gestos el ciberespacio. Aunque todavía las féminas que forman parte de este movimiento, prefieren evitar las definiciones, hay algunas cuestiones básicas sobre las cuales se asienta el Ciberfeminismo. Una de ellas es la idea de que, en conjunción con la tecnología, es posible construir la identidad, la sexualidad, e inclusive el propio género como a cada quien le plazca. Puerta de entrada conceptual para la rotura de muchos de los estereotipos genéricos que todavía existen.

En plena convulsión revolucionaria, a fines del S. XVIII, cuando en Francia la monarquía caía y los ciudadanos se planteaban nuevos derechos y nuevas formas de organización política, Mary Wollstonecraft (1759-1797) escribía en Inglaterra “A vindication of the Rights Women” (1792), 300 páginas en donde por primera vez las ideas de la Iluminación eran aplicadas a la situación de las mujeres. Aparte de convertirse en un best-seller rápidamente, esta obra fue la piedra fundacional del feminismo moderno. Mary consideraba esencial para la liberación femenina del yugo patriarcal la educación de las mujeres, ya que en esa época era poco común que una dama estudiara y ganara su propio dinero trabajando. Fue así que en 1783, cuando por fin consigue ahorrar el dinero necesario, funda una escuela para mujeres en Newington Green, un suburbio al norte de Londres.

Sin duda, en estas dos centurias transcurridas desde que esta activista británica lanzara su vindicación en pos de un trato igualitario entre hombres y mujeres, las cosas han cambiado algo en el ámbito de las desigualdades de género, y estos cambios están íntimamente relacionados con el universo tecno-científico en que transcurre nuestra contemporaneidad.

¿ Por qué hay tan sólo unas pocas mujeres en posiciones visibles de liderazgo en el mundo electrónico? ¿ Por qué las mujeres programadoras y las hackers son sólo una pequeña minoría, frecuentemente considerada como una anomalía?

Aunque las mujeres han hecho algunas de las mayores contribuciones para las invención de las computadoras y la programación de las computadoras, siguen siendo aún una minoría a la retaguardia. Estas son algunas de las preguntas que se hacen las mujeres enroladas en el movimiento de límites brumosos llamado ciberfeminismo.

Una de las guías intelectuales de las mujeres cibernéticas es Donna Haraway, una reconocida catedrática que dicta clases de Historia de la Conciencia en la Universidad de California, Santa Cruz (EE.UU). Sus ideas han desencadenado una explosión de debates en áreas tan diversas como la primatología, la filosofía y la biología evolucionista.

Ella fue quien en 1985 lanzara el polémico ensayo (quintaesencia del ciberfeminismo) "The Cyborg Manifesto” (que forma parte del libro Simians, Cybors and Women. The Reinvention of Nature, D. Haraway 1991), incorporado actualmente en la currícula de numerosas universidades estadounidenses. Uno de los planteos que allí realiza, es el de trocar el concepto de cyborg (cybernetic organism), invento surgido de la carrera armamentista desarrollada durante la Guerra Fría, en una herramienta para la lucha feminista.

El cyborg es un producto de la ciencia y la tecnología. Un autómata con autonomía incorporada. En una de sus declaraciones más provocativas Haraway (quien no se reconoce como ciberfeminista) dice: “somos todas/os cyborgs”.

La propuesta es comenzar a pensarse como nodos de un sistema de redes que se retroalimentan constantemente, de manera que esta nueva entidad ontológica viene a desbrozar muchas de las grandes dicotomías del pensamiento occidental: naturaleza/cultura, ego/mundo, máquina/humano, etc.

Pero no se trata solamente de la libertad para construir la propia individualidad, sino también de la posibilidad de estar en Red. Por eso los módems (por ahora) están en el centro de la política cyborg.

No es una motherboard

En septiembre del año pasado se desarrolló el Documenta X, una de las más grandes muestras de arte contemporáneo del mundo (que comenzó a realizarse en los años ´50), que se realiza cada cinco años en Kassel (Alemania). En el marco de este mega evento, tuvo lugar el 1º Encuentro Internacional Ciberfeminista (EIC).

Alla Mitrofanova, filósofa rusa y crítica de arte (de San Petesburgo), participó en este primer encuentro. En su lectura frente a las otras 36 mujeres que participaron del evento, lanzó una sugestiva afirmación de cómo ella consideraba a este movimiento de mujeres conectadas: "(Cyber)Feminism is a browser through which to see life". Frase arriesgada, si se considerada que las ciberfeministas son reacias a definirse.

En aquella ocasión, las chicas (provenientes de Europa, EE.UU, Australia y Rusia) rehusaron plantearse límites claros y, haciendo gala de su estilo paródico, en este primer encuentro formularon las “100 Anti-tesis” que definen lo que el ciberfeminismo no es. Algunas de estas irónicas definiciones por la negativa son las siguientes: “el ciberfeminismo no es una fragancia, no es una institución, no es una estructura, no es sin conectividad, no es natural, no es triste, no es una motherboard, no es un trauma, no es romántico, no es posmoderno, no es lacaniano, no es un espacio vacío...”, y la lista continua alegremente hasta llegar a las 100 negaciones constitutivas.

Las edades de las mujeres que pasaron esa semana reunidas, reflexionando y realizando diversas experiencias munidas de sus computadoras y conectadas a la Red, iban desde los 18 a los 55 años.

En esta ocasión se hizo imposible no nombrar las diferencias que hay entre estas feministas telemáticas y aquellas de antaño (que no utilizaban las computadoras como herramienta política). En general, en el EIC se vislumbró un cierto repudio al estilo “setentista” del feminismo, por su carácter anti-tecnológico, lo que lo convertiría en irrelevante para la actualidad de las mujeres que hoy interactuan con las nuevas tecnologías. Sin embargo, Las ciberfeministas más críticas consideran que este repudio al feminismo histórico es problemático porque tira por la borda muchos de los logros históricos del movimiento, y de esta forma se produce una especie de rápido alineamiento con los miedos populares basados en estereotipos, y con los conceptos erróneos acerca del feminismo.

El problema parece ser entonces, cómo crear una política feminista y una trayectoria activista acordes con las nuevas condiciones culturales, donde diversos grupos de mujeres están implicadas en el circuito integrado de las tecnologías globales.

La Patria Grrrl

El Cybergrrl-ism es una de las más populares “encarnaciones” ciberfeministas en Internet. Las diferentes modalidades de esta movida adopta los más diversos nombres que se encastran siempre con el “patronimio” que las identifica (grrrl): "webgrrls", "riot grrls", "guerrilla girls", "bad grrls", etc. Como Rosi Braidotti (profesora universitaria, que enseña en la Universidad de Utrecht, Holanda) y otras teóricas de este feminismo de nuevo cuño han señalado, el trabajo irónico, paródico, divertido e iracundo de muchos de estos recientes grupos "grrrl" es una importante manifestación de la nueva subjetividad y representaciones culturales en el ciberespacio.

Corrientemente hay una amplia variedad de articulación de prácticas feministas y protofeministas entre estos grupos. Las actividades y productos (culturales) en torno a los cuales las chicas son convocadas, es bastante amplio como para pretender homogeneidad en este grupo: desde mailing lists para intercambiar conversaciones cotidianas, hasta foros de discusión sobre ciencia ficción y cyberpunk; desde femporn zines hasta proyectos anti-discriminatorios.

El Cybergrrl-ism generalmente parece adoptar una actitud del tipo "cualquier cosa que quieras ser o hacer en el ciberespacio es cool", esto responde a una tendencia de las chicas marcada por un cierto desinterés en la crítica política en relación a la posición de las mujeres en la Red, y esto se refleja en una especie de pragmatismo del “sólo hazlo” (Just do it). El resultado de esta actitud, suele ser frecuentemente la re-circulación (por parte de las grrrls) acrítica de las imágenes sexistas y estereotipadas que los medios masivos de comunicación producen tanto de las mujeres como de los hombres.

Lo que muchas veces olvida la utopía grrrl, es el reconocer que los nuevos medios de información funcionan siempre en una estructura social determinada.

Faith Wilding (artista, investigadora y teórica, que enseña y trabaja junto a Critical Art Ensemble) termina su reflexión acerca de las cybergrrls en el EIC de esta manera “Ser bad grrls (chicas malas) en Internet no va a cambiar el asunto (de la preponderancia masculina en el área de la high tech) demasiado, ni tampoco va a desafiar el statu quo, aunque puede proporcionar refrescantes momentos de delirio iconoclasta. Pero si la energía y la inventiva grrrl fueran acopladas con un sabio compromiso político... ¡Imaginen!”

Aquellos viejos muchachos

Cornelia Sollfrank es miembro de INNEN, un grupo de 4 artistas mujeres, fundado en 1992 en Hamburgo (Alemania). Ellas trabajan con los medios electrónicos y teorizan también acerca de ellos. Suelen hacer performance donde aparecen todas iguales: el mismo vestuario, el mismo peinado y el mismo maquillaje, la confusión de la identidad, es lo que trabajan las jóvenes germanas en sus puestas en escena.

VNS Matrix http://sysx.apana.org.au/artists/vns es otro grupo de artistas mujeres, pero australiano. En los inicios de esta década, ellas acuñaron el término ciberfeminismo y una de las primeras acciones que emprendieron como grupo fue diseminar el “Manifiesto ciberfeminista para el siglo XXI” que escribieron en 1992.

De la suma de INNEN y VNS Matrix surgió Old Boys Network (OBN) www.obn.org, la primer Organización Internacional Ciberfeminista.

¿ Y entonces por qué ese nombre señoritas?

Bueno, sucede que Old Boys Network es una expresión idiomática sajona que describe una interrelación informal entre hombres. Usualmente los Old Boys de una red van a la misma universidad. De lo que se ocupa entonces una Old Boys Network es de ser el apoyo para estos profesionales, y a la vez fortalecerse con el apoyo de los mismos. Los “muchachos” más viejos, que están en una posición poderosa ayudan a los más jóvenes y estabilizan su propia posición de esta manera. Ellos intercambian trabajos e información, y de esta manera parece que las cosas funcionan más o menos OK entre los varones universitarios.

¿ Toda una ironía verdad?

El objetivo de OBN es construir espacios donde el ciberfeminismo pueda ser investigado y puesto en acto. Por eso esta organización fue la gestora y organizadora del encuentro realizado el año pasado en Alemania, que tendrá su segunda versión en Rotterdam (Holanda) en marzo de 1999.

La abuela de Franquenstein

La rebelde Mary Wollstonecraft murió a los 37 años mientras daba a luz a su segunda hija, Mary, quien crecería y se casaría con el poeta romántico Percy Bysshe Shelley. Mary Shelley es quien escribirá en 1818 una de las más importantes obras en la historia de la ciencia ficción: Franquestein.

Las dos Marys respondieron con reivindicaciones y obras muy particulares a su tiempo que, después de muchos años, aún continuan siendo hitos, a su manera, en la historia de las mujeres.

En este momento histórico, que muchas/os ubican como posterior a un modernismo ya acabado, el ciberfeminismo pareciera tener mucho para decir y hacer, en las redes mundiales de la información.

Las nuevas tecnologías han provisto un nuevo imperativo poderoso para la discusión feminista, porque han sido históricamente dominadas por los varones, pero a la vez también contienen nuevos significados y métodos para cuestionar los modelos de roles y las estructuras de poder heredados, justamente lo que el feminismo viene reclamando desde antes que los medios digitales surgieran.

“El cyborg no reconocería el Jardín del Edén, no está hecho de barro y no puede soñar con volver a convertirse en polvo (...) Los cyborgs no son reverentes, no recuerdan el cosmos, desconfían del holismo, pero necesitan conectar: parecen tener un sentido natural de la asociación en frentes para la acción política, aunque sin partidos de vanguardia. Su problema principal, por supuesto, es que son los hijos ilegítimos del militarismo y del capitalismo patriarcal, por no mencionar el socialismo de estado. Pero los bastardos son a menudo infieles a sus orígenes. Sus padres, después de todo, no son esenciales.” Así Haraway va delineando, en forma de blasfemia, de qué manera este engendro de la modernidad tardía, humano y máquina a la vez, es un espacio ideal para construir nuevas identidades en Red. Porque la era cyborg es aquí y ahora, en cualquier lugar donde hay una computadora o un auto o un teléfono o alimentos dietéticos. Y es esta era, con su Franquenstein posmoderno, la que plantea la necesidad de indagar novedosas subjetividades.


http://www.mujeresenred.net/internet-ciberfeminismo.html


2001-08


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