Helena Almazán:
"El respeto a la cultura acaba donde comienzan
los derechos humanos de las mujeres y de las niñas"
 

Madrid 17 febrero/Europa Press
La portavoz adjunta del PSOE en la Asamblea de Madrid, Helena Almazán, señaló hoy, en relación con la situación de la niña marroquí a la que se prohibió su asistencia al colegio público Juan de Herrera de San Lorenzo de El Escorial por llevar el tradicional velo musulmán, que "el respeto a la cultura acaba donde comienzan los derechos humanos de las mujeres y de las niñas".

Durante la Convención Municipal de Madrid de la FSM, Almazán manifestó su rechazo a la medida adoptada por la Consejería de Educación de escolarizar a la niña en un centro público permitiéndole que lleve esta prenda. "Respetamos profundamente todas las culturas, pero en España hay un marco constitucional que obliga a la igualdad entre hombres y mujeres y a la escolarización niños y niñas menores de 16 años", indicó.

Aunque manifestó "respetar" a sus compañeros de partido que consideran que el velo "simplemente es un símbolo de una cultura", la diputada socialista destacó que la Constitución "defiende la no discriminación de mujeres frente a hombres y la igualdad". "Respeto esta posición, pero no la comparto y haré todo lo humanamente posible por que esas mujeres puedan vivir en plena igualdad con sus hombres en la cultura que sea y en la religión que sea", dijo Almazán.

"VALENTÍA ENTRE COMILLAS"

Respecto de la decisión adoptada por el departamento de Carlos Mayor Oreja, la portavoz adjunta socialista indicó que, aunque demuestra "una cierta valentía entre comillas", se esconde "una segunda lectura sobre lo que se quiere hacer con la enseñanza pública". "Si puede llevar el velo en el colegio público, que lo lleve también en el concertado", argumentó.

En todo caso, indicó que la decisión personal de la pequeña de querer llevar el velo abre un debate diferente al que aborda si éste es un símbolo de sumisión de la mujer frente al hombre. En este sentido, manifestó sus dudas de que la actuación de la niña le permita "liberarse y elegir en absoluta libertad si quiere llevar esa prenda".

"Para mí sigue siendo un símbolo de subordinación y sumisión de mujeres frente a hombres", indicó Almazán antes de señalar que el velo, el chador o el burka "no son como un 'piercing' ni como llevar el pelo de colores".

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PARA TENER ALGUNA PERSPECTIVA DE LA EXPERIENCIA DE QUIENES HACE AÑOS SE PLANTEAN EL PROBLEMA...
 

Hanifa Cherif, miembro del Alto Consejo de Integración:
"El velo es una trampa que aisla y margina".

Al día siguiente del “affaire de los pañuelos” de Creil se creó el Alto Consejo de Integración. Once años más tarde, después de que Afganistán y sus mujeres en burqa llegan a la primera página de la actualidad internacional ¿como han evolucionado las cosas en Francia?

Es verdad que entre el velo y el burqa solo hay una diferencia de grado, no de naturaleza. Si en 1989 el asunto del velo chocó tanto fue porque ese tipo de comportamiento era totalmente inédito en la comunidad norteafricana, inmigrada en Francia desde hace casi un siglo. Se trató de inmediato pero bajo un aspecto estrictamente jurídico: el Consejo de Estado dio el aviso, estimando que las manifestaciones de pertenencia religiosa eran compatibles con la laicidad de la escuela pública hasta cierto punto (excluyendo la seguridad, el proselitismo, el absentismo, el atentado contra la dignidad de la persona, etc.) El Consejo de Estado no examinó la cuestión más allá. Las autoridades públicas encargadas de la integración tampoco lo han hecho. No han querido hacerlo. Personalmente lo lamento porque el “hidjab”, el velo islámico, reenvía a las chicas a un modo de socialización más conforme a la sociedad saudita que a una sociedad francesa igualitaria.

Si se hubiera dado tiempo a la reflexión nos hubiéramos dado cuenta de que llevar el velo es un obstáculo al proceso de integración escolar, social, y sobre todo, de integración al mundo laboral. El principio de la laicidad impone no la invisibilidad sino la neutralidad: no se puede llevar el velo cuando se es alcaldesa o juez, institutriz o diputada. El Ministro de Educación de la época, Lionel Jospin, ha preconizado “el diálogo” para intentar convencer a las niñas de que se quitaran el pañuelo. Se arreglaron algunos casos y, a pesar de los periodos difíciles la mediación ha permitido calmar las tensiones y limitar el número de casos conflictivos. Pero no nos hemos ocupado de las consecuencias para las mismas chicas de llevar el velo en la sociedad francesa. Y es sobre ese punto sobre el que deberíamos trabajar si se quiere frenar la influencia de la ideología islamista. Puesto que esta ideología y solo ella la que, si me atrevo a decirlo, presiona para llevar el velo.... Esta ideología está fundada sobre el apartheid sexual. Todos los que reclaman llevar el velo lo hacen en nombre de un Islam rigorista, no para promocionar a las mujeres.

¿Cuáles son estas consecuencias que usted está evocando?

Tomemos el caso de la escuela donde llevar el velo es tolerado dentro de los límites de los que he hablado. Decidiendo llevar el hidjab la joven se auto estigmatiza: ella ya no es una alumna como las otras, se convierte en una mujer musulmana. Ello conlleva a ser tratada como tal y por tanto a inducir a los profesores e incluso entre sus compañeros de clase a comportamientos particulares. Por ejemplo, el hecho de que se siente exclusivamente cerca de las chicas ya no choca a nadie. De igual manera se considerará “normal” que ella prescinda sistemáticamente de las clases de gimnasia porque no quiere que vean su cuerpo. Y, finalmente, se encontrará normal también que una mujer musulmana no se case con un no musulmán. El velo es una trampa que aísla y margina. Y que conduce a la comunidad escolar a tratar a las jóvenes con velo como tales: aisladas y marginales.

Pero ¿y si el empeño de llevar el velo viene de las mismas chicas?

Ellas no son forzosamente conscientes de este proceso de encierro y de exclusión. Por lo que dicen los islamistas que citan el Coran, no hay “obligación en la religión” y es el corazón de las jóvenes el que habla cuando deciden ponerse el velo. Pero, si es verdad que no existe una obligación física, la presión es enorme: todas las corrientes islamistas, sea cual sea la tendencia, las incitan a ello. A partir del momento en el que una joven con velo manifiesta el deseo de quitárselo se le impide: se le repite que si osa hacerlo corre el riesgo de “quemar en el infierno”. Quitarse el velo es más grave que no llevarlo.

La batalla contra el velo no pasa por la represión sino por la información y la prevención: será necesario tener en las escuelas como se ha hecho para la ciudadanía dispositivos de información sobre el significado del velo y sus consecuencias. Los que minimizan la cuestión del hidjab pierden de vista o quizás ignoran la profunda relación que existe entre la ideología de los taliban y la nuestros islamistas “modernos”. Allí como aquí se plantea esta obsesión: la mujer en el espacio público no debe mostrar nada de su cuerpo, excepto, es la versión “soft” (blanda) la cara y las manos. Los “sabios” del Islam están todos de acuerdo en esta obligación. Según la versión “hard” (dura) aplicada en Arabia Saudita o por los talibán, la mujer debe estar enteramente velada incluidas las manos y la cara. Esta filosofía islamista induce evidentemente al rechazo de la mixticidad, en detrimento de las mujeres –principalmente por llevar el velo. Nos situamos pues en total contradicción con la integración. Y en contradicción con las prácticas de otras comunidades musulmanas: en Mali o en el Senegal, por ejemplo, o incluso en los beréberes de África del Norte, las mujeres no llevan velo. En los Tuaregs son los hombres y no las mujeres los que llevan el velo. En Francia no ha habido problemas con el tema del velo con las jóvenes de origen africano. Los problemas se han planteado esencialmente con estudiantes de origen árabe o turco y con algunas conversas.

En Francia como en el resto de Europa la aproximación al Islam es masiva por parte de los jóvenes en particular los de origen magrebí. ¿cómo podría explicarse?
 

Esta convicción “mi cultura es el Islam” se ha extendido entre los jóvenes, especialmente en los barrios periféricos, es verdad. Sin duda es en parte el resultado de una asignación identitaria, proferida de una manera más o menos explícita por la sociedad. En Francia cuando se ha habla de inmigrantes de “primera”, “segunda” o “tercera generación” se trata siempre de magrebíes. Alguno como Raymond Forni, el Presidente de la Asamblea Nacional llegó a Francia a los 17 años pero nunca se dirá de él que es un inmigrante “de primera generación”. Estos términos como llamar a los jóvenes magrebíes “beurs” palabra que ha perdido rápidamente su connotación positiva, son un síntoma de los fracasos de la integración. La cuestión del velo es otro. Reivindicarse como musulmán es hoy en día vivido como una revancha por estos jóvenes, chicos y chicas. Tienen el sentimiento de que el entorno francés les es hostil. Creen que ya no tienen nada más que perder.

Pero este fenómeno es además el resultado de una reactivación del islamismo a nivel internacional y de su extensión en las comunidades de inmigrantes. En Gran Bretaña las autoridades han creído arreglar el problema del velo imponiendo que el color del hidjab sea el mismo del color del uniforme de la escuela. En Francia el proselitismo islamista continúa haciendo estragos en las zonas marginales y en ausencia de respuesta política a la demanda de integración corrientes muy minoritarias como la de los Hermanos Musulmanes, se han convertido en influyentes. Gracias a que las familias y las asociaciones se resisten a ello estas zonas marginales no se han transformado en océanos de jóvenes con velo. Asociaciones laicas muy poco apoyadas desgraciadamente por los poderes públicos organizan conciertos, obras de teatro, clases de baile, etc. Trabajan desconectando lo cultural de lo religioso. Es un esfuerzo esencial. La reapropiación de las culturas nacionales, históricas, es por otro lado uno de los retos mayores en la situación de Afganistán donde los taliban han al mismo tiempo impuesto el burqa a las mujeres y destruido los budas de Bamiyan. Es islamismo es una nueva forma de colonización –de cuerpos y espíritus- Sin la participación activa de las mujeres, sin el reconocimiento de su existencia y sus derechos, no habrá descolonización. Y no habrá libertad en Afganistán.
 

Hanifa Cherifi es universitaria, tiene 48 años, es miembro del Alto Consejo de la Integración y ha participado en la elaboración del informe sobre “El Islam y la República”.

Artículo publicado el diario francés Le Monde, el  16 de diciembre de 2001.
Traducción: Montserrat Boix - Mujeres en Red
Versión original en:
http://www.lemonde.fr/article/0,5987,3230-7027-254962-VT,00.html

El Hidjab - (francés)
http://csrs.qc.ca/goeland/proj/envolee/rescol/francais/reportage/aricard87.html