A FAVOR DE LA “OBJECIÓN DE CONCIENCIA EN EL AULA”
Por Alicia Miyares*

Como profesora de enseñanza secundaria  asisto con perplejidad a la polémica en torno al “velo”. Compruebo que la clase política está demostrando una falta absoluta de criterio en este tema y que además quiere invisibilizar el problema de fondo: la discriminación sexual. Propongo, pues, la “objeción de conciencia en el aula”: el derecho de las profesoras y profesores a no impartir clase en aulas en las que haya una persona con velo. Los argumentos a favor de la “objeción de conciencia en el aula” son los siguientes:

1.DERECHO A LA EDUCACIÓN. Se ha invocado el derecho a la educación sobre cualquier otra consideración para escolarizar a una niña con velo. Pero realmente el derecho a la educación queda totalmente fragilizado porque con esta medida, para salir del paso, se vulneran nuestros valores educativos basados en la igualdad entre los sexos. El principio moral y político de que todos somos iguales se vería continuamente interrumpido por la patencia permanente en el aula de la discriminación sexual. Las profesoras y profesores se enfrentarían a una desautorización constante que impediría una transmisión clara de los valores educativos básicos. Ante esta contradicción y la falta de respuesta de la clase política el profesorado puede optar por la objeción de conciencia en el aula, esto es, el derecho a no impartir esa clase .

 2. ESTADO LAICO. La constitución se refiere al estado español como un estado laico. Un estado laico no puede estar sometido o ser instrumento de ninguna religión. De ahí que, en su momento, se retirara de las aulas todo tipo de simbolismo religioso. La religión es privada. No es posible, por lo tanto, invocar el principio de tolerancia religiosa para sostener una situación que nuestra constitución rechaza. Es necesario tomar conciencia de que ninguna creencia religiosa puede ni debe imponer situaciones en el aula que vulneren el laicismo. Las personas que proceden de otros países y mantienen rígidas creencias religiosas han de asumir que, si han optado por residir en este país, los principios constitucionales en España  pasan por el laicismo y la igualdad entre los sexos. Como nuestra clase política parece haber olvidado también estos principios es por lo que me declaro a favor de la objeción de conciencia en un aula en la que haya una niña con velo.

3.RACISMO CULTURAL. Se ha invocado la cultura para hacer pasar el “velo” como un rasgo cultural. Cualquier partido político, que no prefiera la política del menor riesgo posible, sabe que un rasgo cultural que marca a un sexo y no al otro está funcionando con criterios de discriminación. El “velo” para las mujeres es esa marca que las diferencia de los varones en cuanto a su posibilidad de elección, esto es, su posibilidad de ser sujetos libres con iguales derechos que los varones. No es racismo cultural afirmar que muchas culturas hoy en día tienen por rasgos diferenciales principios que vulneran la libertad de sus mujeres. Afirmar esto es una descripción de la realidad. Frente a la mirada de corto alcance de los partidos políticos pido la objeción de conciencia en el aula para los profesores que se vean en esta situación y tengan claro que en la defensa de las culturas no todo vale.

4.DEBERES DE LOS PADRES: La escolarización en nuestro país tiene carácter obligatorio hasta los 16 años. Es obligación de los padres enviar a los hijos al colegio y si esta obligación se incumple la Administración toma las medidas pertinentes para solucionar el problema. El derecho a la educación no se puede desligar de nuestros valores educativos, de ahí que nadie pueda invocar este derecho para introducir otros valores disonantes de ellos. La negativa a escolarizar a una hija, en las condiciones dadas por la constitución, debería suponer una penalización para los padres. Ante la lamentable falta de criterio de los partidos políticos que han sacado la polémica del contexto de los deberes de los padres reclamo la objeción de conciencia en el aula para educar a la ciudadanía en que todo derecho conlleva un deber.

*Alicia Miyares
Profesora de Enseñanza Secundaria. Asturias
Doctora en Filosofía